lunes, 5 de febrero de 2018

ECUADOR ENTIERRA AL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI


“No volverán ya los viejos políticos”, con esta frase el presidente ecuatoriano Lenin Moreno, luego de obtener un claro triunfo por el 70% de los votos en la consulta popular del domingo, enterró a la “Revolución Ciudadana” de Rafael Correa.

El llamado “Socialismo del Siglo XXI” es una versión descafeinada y corrupta del régimen castrista de Cuba.

Se instaló inicialmente, en 1999, cuando un militar golpista, el teniente coronel Hugo Chávez Frías, llegó a la presidencia de Venezuela triunfando en elecciones democráticas.

Una vez en la presidencia, Hugo Chávez se adueño del poder absoluto, instaurando un régimen populista con el apoyo de las fuerzas armadas. Para ello modificó la constitución venezolana ni bien asumió la presidencia para incrementar los poderes presidenciales e instaurar la reelección presidencial indefinida.

Luego, aprovechando la bonanza generada por los altos precios del barril de petróleo, comenzó a perseguir a disidentes y opositores, al tiempo que construía una aureola de líder revolucionario con un acercamiento al régimen de Cuba y financiando a cuanto grupo o partido de izquierda peregrinaba hasta Caracas para rendir la consabida pleitesía.

Pronto, el ejemplo de Chávez sirvió de inspiración a otros políticos populistas latinoamericanos deseosos también de perpetuarse en sus cargos.

En esta línea se inscribieron especialmente los Kirchner, Néstor y Cristina en Argentina que se mantuvieron en el poder entre 2003 y 2015.

Evo Morales, que gobierna en Bolivia desde comienzos de 2006, logró que el Tribunal Constitucional Plurinacional lo habilite para la reelección presidencial indefinida, y pretende postularse ilegalmente para un nuevo periodo presidencial en 2019.

También el sandinista Daniel Ortega, después de haber gobernado dictatorialmente su país entre 1979 y 1990, ha conseguido instalarse sólidamente en el gobierno de Nicaragua, desde 2007, con el apoyo de Cuba y Venezuela. Ortega ha reformado la constitución de su país para habilitarse la reelección presidencial indefinida.

En alguna medida Luis Inacio “Lula” da Silva, que gobernó Brasil entre 2003 y 2010, se inscribía en la misma línea ideológica, aunque no llegó a los excesos cometidos por Chávez y su heredero Nicolás Maduro.

Por último, estaba la “Revolución Ciudadana”, versión ecuatoriana del “socialismo del siglo XXI”, creada por Rafael Correa para perpetuarse en el gobierno de Ecuador. Después de dos periodos presidenciales, el 3 de diciembre de 2015, a través de una enmienda votada por la Asamblea Nacional, Correa modificó la constitución para permitir la reelección indefinida para los cargos electivos -incluso la posición de presidente de la Nación- pero la misma sólo regiría a partir del siguiente período presidencial.

Por lo tanto, Rafael Correa se vio impedido de presentar candidatura en 2015, debió delegar el cargo en un “heredero” político que le “guardara” el cargo hasta la siguiente elección en 2021.

Su preferido era el vicepresidente Jorge Glas, pero este no era nada popular y arrastraba serios cuestionamientos por hechos de corrupción. Entonces, Correa se vio forzado a apoyar la candidatura de su antiguo vicepresidente, el empresario Lenin Moreno.

Moreno se impuso en las elecciones y se convirtió en presidente. Pero, desde un primer momento el nuevo mandatario ecuatoriano buscó diferenciarse de su predecesor y mentor político, dejando en claro que no era un simple títere de Correa. Comenzó cesando el enfrentamiento que el ex presidente mantenía con la prensa independiente, los líderes empresariales y las organizaciones indigenistas.

Las diferencias pronto se convirtieron en abiertas acusaciones de traición, cuando el nuevo presidente denunció la situación económica heredada y manifestó la voluntad de permitir a la justicia investigar los hechos de corrupción ocurridos durante los gobiernos de Correa.

La confrontación se hizo abierta cuando el vicepresidente Jorge Glas fue procesado, juzgado y condenado a seis años de cárcel por actos de corrupción vinculados con el affaire de la empresa constructora brasileña Odebrecht.

Correa consideró la condena de Glas como una declaración de guerra sin cuartel y pretendió expulsar al presidente del partido oficialista “Alianza País”. Pero terminó alejándose del partido que lo llevó dos veces a la presidencia para crear un nuevo nucleamiento denominado “Movimiento Revolución Ciudadana”.

Moreno replicó impulsando una consulta popular de siete preguntas sobre: la reelección indefinida, el Consejo de Participación, la ley de Plusvalía, la protección de la naturaleza, la minería, la prescripción de los delitos sexuales contra los menores.

El domingo 4 de febrero, trece millones de ecuatorianos concurrieron a las urnas para decidir sobre esas cuestiones, pero teniendo muy en claro que estaban eligiendo entre Correa y Moreno. Lenin Moreno logró establecer una alianza con todos los sectores moderados y movilizar el voto anticorreísta. La estrategia del presidente fue exitosa, obtuvo el 70% de respaldo a sus propuestas.

El resultado electoral del domingo marcó también el fin de la “Revolución Ciudadana” en Ecuador.

Para colmo de males, Rafael Correa deberá concurrir a la Fiscalía para responder sobre algunas irregularidades detectadas en las exportaciones de petróleo a China y Tailandia.

Correa ha comenzado a recorrer el mismo camino que Lula da Silva, condenado a nueve años y medio de cárcel por corrupción y Cristina Fernández de Kirchner, con varios procesamientos por hechos de corrupción cometidos durante sus gobiernos, y en libertad solo por que posee fueros como senadora.

Son malos tiempos para los populistas latinoamericanos, incluso Raúl Castro parece a punto de dejar el poder, sólo resisten Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Evo Morales.

El expresidente peruano Ollanta Humala y su esposa están en la cárcel, el ex presidente Alejandro Toledo exilado con pedido de captura, Lula Da Silva condenado a nueve años, el ex presidente ecuatoriano Jorge Glas condenado a seis años, el ex vicepresidente argentino Amado Boudou con prisión domiciliaria y Cristina Fernández de Kirchner procesada a punto de ir a juicio.

Todo indica que el llamado “Socialismo del Siglo XXI” ha entrado en un ocaso definitivo en América Latina.




























  












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