Finalmente, el presidente Donald Trump consiguió que
el Senado apruebe la nominación de Christopher Asher Wray como director del FBI
para los próximos diez años.
La más
importante organización de seguridad y contraespionaje de los Estados Unidos
tiene un nuevo director para comandarla en los próximos diez años.
Con el
respaldo de una amplia mayoría (92 votos a favor y solo 5 en contra), el Senado
de los Estados Unidos aprobó la designación del abogado Christopher Wray como
nuevo director del FBI, en reemplazo del destituido James Comey.
Christopher
A. Wray, un abogado republicano de 50 años, que se ha especializado en casos
que involucran delitos de cuello blanco, con larga experiencia, tanto como
litigante como dentro de la burocracia del Departamento de Justicia.
El
abogado Christopher Asher Wray, nació en la ciudad de Nueva York, el 17 de
diciembre de 1966. Su padre Cecil Wray Jr. era también un abogado litigante de
la firma Debevoise & Plimpton y su madre, Gilda Gates Wray trabajaba para
la Fundación Charles Haydeen.
Wray
comenzó sus estudios en un colegio privado, Phillips Academy, en Andover,
Massachusetts. En 1989, Wray se graduó cum laude en la Universidad de Yale y
como abogado en la Escuela de Derecho de Yale, en 1992, donde fue redactor
ejecutivo del Yale Law Journal.
Una
vez recibido, trabajó brevemente para el juez J. Michael Lutting, en la Corte
de Apelaciones de los Estados Unidos para el Cuarto Circuito.
Entre
1993 y 1997 trabajó como abogado para la firma legal Kings & Spalding, en
la ciudad de Atlanta.
En
1997, ingresó a justicia como asistente de Fiscal Federal para el Distrito
Norte de Georgia.
En
2001, se trasladó al Departamento de Justicia como subprocurador asociado y
principal procurador general adjunto.
En
2003, el presidente George W. Bush propuso a Wray como asistente del fiscal
general para dirigir la División Criminal del Departamento de Justicia. Su
nominación fue aprobada por unanimidad en el Senado.
Como jefe
de la División Criminal combatió la ola de escándalos por fraudes corporativos
y trabajó para restaurar la integridad a los mercados financieros. Sirvió
también en la “Fuerza de Tareas de Fraude
Corporativo” del presidente y supervisó el Grupo de Trabajo para Enron.
Desde
esa posición dirigió investigaciones, procesamientos y desarrollo políticas en
casi todas las áreas del derecho penal federal, incluyendo fraudes en valores,
fraude de salud, ley de prácticas corruptas en el extranjero y violaciones a
las sanciones comerciales, corrupción, piratería de marcas y de propiedad
intelectual, cibercrimen y ley RICO.
También
cumplió un papel clave en la supervisión de la guerra contra el terrorismo.
Al
concluir su mandato, en 2005, Wray recibió el Premio Edmund J. Randolph, el
mayor premio otorgado al servicio público.
Mientras
Christopher A. Wray se desempeñaba como asistente del procurador general, entre
2003 y 2005, el hoy destituido ex director del FBI, James Comey era el
procurador general adjunto y el hoy asesor especial del Departamento de
Justicia para la investigación del papel de Rusia en las elecciones de 2016,
Robert Mueller, era director del FBI, cargo para él está nominado Wray.
Actualmente,
los tres altos funcionarios y abogados prestigiosos se vuelven a reunir en el
centro del tablero, aunque en posiciones muy distintas.
Después
de dejar la función pública, Wray retornó a la firma jurídica Kings &
Spalding para llevar adelante casos de delitos de cuellos blanco. Allí dirigió
el Grupo Kings & Spaling para Investigar Temas Especiales y Prácticas
Gubernamentales, considerado el “grupo
legal sobre crímenes de cuello blanco” del año 2012, por Law360 y fue
denominado “la firma principal en esta
área de práctica legal” por US News & Word Report.
En el
ranking anual de Chambers USA 2017 -que elabora listados sobre los mejores
abogados del país- se refieren a Wray como “un
abogado de primer nivel que puede ofrecer asesoramiento sobre los temas más
difíciles.” También consigna que el abogado aporta “credibilidad instantánea y te dará respuestas directas”, señala la
reseña haciendo referencia a un entrevistado.
Wray
tuvo como clientes a muchas de las empresas que figuran entre las 100 mayores
de la lista elaborada por la revista Fortune. En especial a varias de las
principales empresas farmacéuticas por pesquisas de fiscales estatales, del
Congreso o la Administración de Medicamentos y Alimentos, así como empresas de
telecomunicaciones y energía.
Durante
su etapa como litigante en Kings & Spalding, Wray actuó como abogado
personal del gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, durante el escándalo
en Bridge Gate, provocado por la
decisión del gobernador republicano de cerrar un puente que vinculaba a su
Estado con el vecino Estado de Nueva York, presuntamente para castigar a un
alcalde demócrata que él había negado su apoyo, en 2013.
Si bien
Christie fue declarado inocente, dos de sus colaboradores fueron condenados y
la actuación de Wray fue cuestionada, después de que dos años más tarde,
apareció en su poder un teléfono perteneciente a Christie, buscado durante el
juicio.
La
firma legal Kings & Spaldins, de la cual Wray es socio, tiene oficinas en
Washington y Atlanta, emplea unos 600 abogados, entre ellos Bobby Burchfield
quien se desempeña actualmente como asesor de ética del presidente Trump; y entre
sus clientes se cuentan las grandes empresas estatales rusas Rosnefl y Gazprom.
Nuevamente, los vínculos con Rusia aparecen en segundo plano.
De
acuerdo con los registros de la Comisión Federal Electoral, en la última
década, Wray contribuyó con al menos U$S 35.000.- a las campañas y comités
electorales del Partido Republicano. Aunque según los parámetros
estadounidenses, estos aportes no son suficientes para afectar la “independencia”
partidaria del nuevo director.
Durante
las audiencias de confirmación Wray aseguró: “Nunca permitiré que el trabajo del FBI sea conducido por algo más que
los hechos, la ley y la búsqueda imparcial a la justicia.”
Además,
en referencia a las alegaciones de Comey que el presidente Trump la había
exigido “lealtad” antes de
destituirlo, Wray aseguró: “Mi lealtad es
con la Constitución y el imperio de la ley, y seguiré respondiendo ante ellos”.
Ahora,
Wray tendrá diez años al frente del FBI para demostrar que cumple con estas
promesas.
Resta
saber cuáles serán las relaciones entre el nuevo director del FBI y el
presidente Trump.
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