jueves, 20 de julio de 2017

UNA DISPUTA FRONTERIZA AFECTA A 2.700 MILLONES DE PERSONAS



El aumento de tensiones en la frontera que separa a los dos gigantes de Asia: China e India no debe verse tan sólo como un conflicto territorial bilateral. Allí hay algo más.

Un complejo y peligros duelo estratégico se está librando en Asia entre los Estados Unidos y China a través de conflictos por “procuración” en la Península de Corea, en el Mar Meridional de China, en el Cuerno de África y ahora en el Tíbet.

China está construyendo una poderosa flota de guerra capaz de permitirle proyectar su poderío, más allá de los mares territoriales, hacia nuevos escenarios estratégicos.

Al mismo tiempo multiplica sus inversiones y exportaciones en África y América Latina. En esa forma, China esta desafiando necesariamente la histórica esfera de influencia que los Estados Unidos han construido en América Latina desde los tiempos del presidente James Monroe y su famosa doctrina, “América para los americanos”, en 1823.

En tanto, que en África y en algunas regiones de Asia, los estadounidenses reemplazaron a las potencias colonialista europeas al término de la Segunda Guerra Mundial.

La descolonización del Tercer Mundo, entre 1946 y 1975, tuvo como principal beneficiario a los Estados Unidos. Los nuevos estados que rompían sus vínculos con sus ex metrópolis, en muchos casos, abrían sus territorios y mercados a las empresas multinacionales de capitales estadounidenses y orientaban sus exportaciones de materias primas estratégicas también hacia América.

La Guerra Fría y sus tensiones diplomáticas y militares no fueron un obstáculo real para la expansión de los negocios americanos en el Tercer Mundo. Ahora esta situación parece haber comenzado a cambiar.

En la misma forma en que las inversiones, empresas y productos estadounidenses comenzaron a desplazar a sus homólogos británicos de sus mercados mundiales a principios del siglo XX. Hoy, cien años más tarde, son las inversiones empresas y productos chinos los que desplazan a los estadounidenses en muchos mercados.

EL COLLAR DE PERLAS

China ha construido un “collar de perlas”, formado por una red de inversiones e instalaciones comerciales y militares a lo largo de sus líneas marítimas de comunicación, que se extienden desde la parte continental de China hasta Port Sudán, en África.

Las líneas marítimas chinas atraviesan varios puntos de gran valor geopolítico como el Estrecho de Bad el Mandeb, el estrecho de Malaca, el estrecho de Ormuz y el estrecho de Lombok, así como otros centros marítimos estratégicos en Pakistán, Sri Lanka, Bangladesh, Maldivas y Somalia.

Los dos proyectos de mayor trascendencia son un centro de transporte comercial financiado por China en Hambantota, Sri Lanka y un puerto de aguas profundas en la desembocadura del Golfo Pérsico en Gwadar, Pakistán.

El puerto de Gwadar, es el corazón del Proyecto de Corredor económico de Pakistán un proyecto chino que implica inversiones por 46.000 millones de dólares.

China es el segundo mayor consumidor mundial de petróleo y el mayor importador de crudo y su consumo crece a un ritmo de 5,8% anual. El 70% de ese petróleo proviene de los Estados del Golfo Pérsico y de África. China ha firmado varios contratos a largo plazo para desarrollar campos petrolíferos en Irán y para construir un oleoducto, una refinería y un puerto en Sudán para sus importaciones petroleras.

Las críticas líneas marítimas de comunicación que conectan a China con los estados exportadores de petróleo de Medio Oriente atraviesan el Mar de China Meridional, convirtiéndola en una región geopolítica clave y de interés estratégico para el gobierno de Beijing. Los buques de guerra chinos patrullan intensamente las aguas del Mar de China Meridional y las reivindicaciones territoriales conflictivas en la región (archipiélago de las islas Spratly e islas Paracelso) han estallado periódicamente en crisis navales.

La creciente actividad naval china preocupa a los Estados Unidos que la consideran una competencia para el papel de Washington como proveedor de estabilidad regional y global.
Además de los Estados Unidos, la India también debe importar grandes cantidades de petróleo para cubrir sus necesidades energéticas. Petróleo que en un 89% llega a India a Bordo de barcos, por lo cual, la mayor presencia naval China en los corredores marítimos internacionales es motivo de preocupación.

Nueva Delhi muestra preocupación también por la posibilidad de verse rodeada de un conjunto de bases navales de Beijing en el Índico que antes era su “mare Nostrum”.

La “Doctrina Marítima de la India”, formulada en 2007 pero aún vigente, explicita la aspiración de este Estado de mantener una activa presencia naval desde el Estrecho de Ormuz hasta el Estrecho de Malaca y de desarrollar la capacidad de vigilar las rutas marítimas internacionales y de controlar los puntos de estrangulación del comercio del océano Índico.

LAS FRONTERAS TERRESTRES

De allí la creciente tensión entre India y China que también se proyecta la parte continental.
India y China comparten una frontera terrestre de 4.500 kilómetros que fue escenario de numerosas crisis diplomáticas y militares, el más grave fue una breve guerra, en octubre de 1962, librada a más de cuatro mil metros en la cordillera de Himalaya.

Además, ambos países comparten fronteras con Nepal y Bután. Aunque China no mantiene relaciones diplomáticas con Bután.

Las disciplinas fronterizas entre los dos gigantes asiáticos comenzaron en 1914, cuando el Imperio Británico, que gobernaba al Virreinato de la India, firmó un acuerdo limítrofe con el Tíbet que estableció la denominada “Línea McMahon”, una delimitación que rechazaron tanto los tibetanos como China.

A la fecha el estatus legal de esta frontera no es reconocido por Beijing. La cuestión se agravó, en 1950, cuando la República Popular China anexo militarmente el Tíbet, que desde entonces gobierna como región autónoma.

El jefe de Estado y líder espiritual en el exilio del Tíbet, el Dalai Lama, debió huir, después de un levantamiento frustrado de los tibetanos contra los ocupantes chinos, en 1959 de Lhasa y desde entonces se ve obligado a peregrinar por el extranjero.

China e India mantienen reclamaciones territoriales cruzadas. Beijing demanda la entrega del montañoso estado de Arunachal Pradesh, en el extremo nororiental de India, denomina “Tíbet del Sur”.

Por su parte, Nueva Delhi exige el valle de Shaksgan y la región denominada Aksai Chin al estimar que forma parte de la histórica región de Cachemira. A esto debería agregarse, que, para complicar más de las cosas, Pakistán reclama a la India, Cachemira y algunas partes del Norte de la India occidental.

Las recientes tensiones se produjeron en una región fronteriza tripartita donde las soberanías de China, India y Bután se tocan. Una zona denominada meseta de Dong Lang. Beijing sostiene que tropas indias penetraron en un territorio que pertenece a China. En tanto que Nueva Delhi afirma que sus tropas se encuentran en territorio que pertenece a Bután, con autorización del pequeño Estado.

El área es especialmente importante para China, ya que forma parte de su iniciativa de la “Nueva Ruta de la Seda”, un megaproyecto de construcción de vías de transporte y comunicaciones para unir por tierra al sureste asiático con Europa a través de Asia Central. También tiene un correlato a través de rutas marítimas en base al mencionado “Collar de Perlas”.

El incidente fronterizo se produjo al mismo tiempo que las flotas de los Estados Unidos, India y Japón llevaban a cabo maniobras marítimas conjuntas denominadas “Malabar 2017”.

Estas maniobras conjuntas anuales se realizan desde 1992. Originalmente las llevaban a cabo tan solo India y Estados Unidos. Desde 2014, se unió a las mismas Japón y en alguna ocasión incluso Australia.

En esta forma en un amplio escenario marítimo que comprende el Mar Meridional de China, el océano Índico y el mar Rojo se están viendo las caras dos alianzas económicas, diplomáticas y militares.

Por un lado, se sitúa la encabezada por los Estados Unidos con sus aliados de Japón, Corea del Sur, Taiwán, India y, eventualmente, Australia.

Por el otro, se sitúa China con su estado satélite de Corea del Norte, Pakistán, Sri Lanka, Birmania, Maldivas y Bangladesh.

Recordemos que cuando hablamos de conflictos entre China e India estamos hablando de una rivalidad que envuelve a 2.700 millones personas, casi el 40% de la humanidad.



   

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