sábado, 27 de mayo de 2017

EL RUSIAGATE NO SE DETIENE


Mientras el presidente Donald Trump prosigue la visita a sus aliados europeos, en su país continúan las investigaciones destinadas a esclarecer los vínculos establecidos entre figuras claves de su equipo de campaña e influyentes funcionarios rusos.

EL RUSIAGATE

Tanto la Comisión de Inteligencia del Senado, como el FBI y en una importante porción de la opinión pública existe la percepción de que el resultado de la última elección estadounidense fue manipulado por los rusos.

La pregunta a contestar es si esa manipulación se realizó con la participación de miembros del equipo de campaña del candidato triunfante: Donald Trump.

Las investigaciones en curso ya costaron su cargo al primer Asesor de Seguridad Nacional de la nueva Administración, el general Michael Flynn y al jefe de campaña -hasta agosto de 2016- Paul Manafort quienes no pudieron ocultar sus vínculos y negocios privados con los rusos.

Otros funcionarios sospechados de vínculos con los rusos son el fiscal general, Jeff Sessions y el Secretario de Estado, Rex Tillerson, pero no son los únicos. Ahora, los hombres del FBI, impulsados por el nuevo fiscal especial, el ex Director del Bureau, Robert Mueller -nombrado después de que el presidente Trump destituyera al Director James Comey- están estrechando el cerco sobre los hombres más cercanos al primer mandatario.

En especial, están interesados en lo que tiene para decir el yerno del presidente, el influyente empresario inmobiliario Jared Kushner, quien se desempeña como asesor especial en la Casa Blanca.

UNA MENTE BRILLANTE

Casado con la hija favorita del primer mandatario, Ivanka Trump y padre de tres de los nietos del magnate. Kushner tiene fama de una persona de trato cordial, reservado y aliado incondicional de su suegro, con quién mantiene una relación cercana y de absoluta lealtad.

A pesar de la suavidad y cortesía de que hace gala Jared Kushner es un “Tiburón” de los negocios dotado de gran determinación, una inmensa capacidad de trabajo y la firmeza necesaria para alcanzar sus objeticos.

Jared Kushner nació hace 35 años, en el Estado de Nueva York, en el seno de una acaudalada y muy piadosa familia que practicaba el Judaísmo Ortodoxo Moderno, una corriente que integra la estricta observancia de las reglas religiosas y las costumbres judías a la vida secular. Sus orígenes familiares se remontan a una región de Polonia hoy incorporada a Bielorrusia. Sus abuelos arribaron a los Estados Unidos, en 1949, después de haber logrado sobrevivir a las terribles persecuciones nazis en el Frente Ruso durante la Segunda Guerra Mundial.

Instalados en New Jersey, los Kushner edificaron un poderoso conglomerado de negocios inmobiliarios. En esta tarea destacó el padre de Jared, Charles Kushner, uno de los financistas del partido Demócrata en ese estado.

En la última década la firma The Kushner Co. Ha alcanzado más de 13.000 millones de dólares en transacciones con bienes raíces. En la actualidad la firma posee más de 20.000 departamentos multifamiliares y doce millones de metros cuadrados en espacios para oficinas, instalaciones industriales y locales comerciales distribuidos en cinco estados del país.

Después de un mediocre desempeño en el secundario, Jared ingreso a la Universidad de Harvard donde se recibió con honores de abogado.

En 2005, cuando Jared contaba tan sólo con 24 años, y cursaba su MBA en la Universidad de Nueva York debió abandonar sus estudios para hacerse cargo de la empresa familiar mientras su padre cumplía una condena de dieciocho meses de cárcel por cargos de contribuciones ilegales a campañas políticas, evasión impositiva y manipulación de testigos.

Pese a su juventud, Jared pronto demostró poseer un talento inusual para los negocios.
En julio de 2006, adquirió por diez millones de dólares el semanario bursátil The New York Observer, una publicación de nicho destinada a ser leída por la elite de negocios de Manhattan.

Kushner modificó el formato a tabloide, agregó una versión digital y cambió las estrategias de comercialización, convirtiendo a la publicación en un medio económicamente rentable por primera vez desde su fundación. Aunque el verdadero propósito de Kushner no era obtener grandes ganancias sino adquirir influencia en los negocios y la política neoyorquina.

Sin duda su maniobra financiera más audaz fue la adquisición, en 2007, de una gigantesca torre de oficinas en la 5ta. Avenida, que ocupa casi una manzana en proximidades del Rockefeller Center.

Kushner pagó por el inmueble 1.800 millones de dólares, la suma más alta abonada nunca por un edificio en New York. El joven empresario, sin embargo, no invirtió demasiado de su propio capital en la adquisición, financió la mayor parte de la operación con préstamos de inversores. La operación convirtió a The Kushner Co en una potencia de los bienes raíces en Manhattan y ganó a Jared el respeto de los grandes financistas.

En 2008, cuando estalló la burbuja de las hipotecas subprime, quebró el banco de inversión Lehman Brothers, la economía americana entró en recesión y los precios de los alquileres se derrumbaron, Kushner salió del aprieto refinanciando sus deudas y entregando sólo una parte de esta gran propiedad. Algo que muy pocos empresarios del sector supieron hacer.

En 2009, Jared contrajo matrimonio con su novia, la inteligente, bella, exitosa y adinerada, Ivanka, quien se convirtió al judaísmo para complacer su deseo de una boda ortodoxa. A partir de entonces, el ascenso de Jared en el círculo de negocios y política de los Trump fue imparable.

OPERADOR PRESIDENCIAL

Pronto se convirtió en un asesor y colaborador muy cercano a Donald Trump, una de las pocas opiniones que el magnate tomaba en consideración. Durante la campaña presidencial se convirtió en su verdadera mano derecha. Desplazó impiadosamente a los asesores que no gozaban de su confianza, comando la estrategia digital, contribuyó a la redacción de los discursos de su suegro y operó para él cuestiones sensibles tanto dentro como fuera de los Estados Unidos. Entre otras gestiones exitosas, se cuenta una operación de cinco meses para concretar una reunión entre Trump y el presidente de México, Enrique Peña Nieto, en plena campaña presidencial, el 31 de agosto de 2016.

Precisamente, las operaciones políticas que realizó en nombre de su suegro lo llevaron a reunirse en varias ocasiones con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislayk y con el financista Sergei Gorkov, responsable del banco ruso Vneshconombank, que ha sido objeto de sanciones estadounidenses por el apoyo del Kremlin a los separatistas pro rusos en Ucrania. Gorkov es considerado por la inteligencia americana como un miembro del Sluzhba Vnésney Razvedki (SVR) el servicio de inteligencia exterior de Rusia, heredero del ex Primer Directorio del KGB.

Estos contactos entre Kushner, Kislayk y Gorkov son los que tanto interesan tanto al FBI como a los investigadores de la Comisión de Inteligencia del Senado. Al parecer, en los mismos Jared habría solicitado a los rusos un "canal secreto" de comunicación. El equipo de transición del presidente electo parecía sospechar que sus comunicaciones eran monitoreadas por los servicios de inteligencia estadounidenses y habría intentado mantener en reserva lo que hablaba con los rusos.

Jaime Gorelick, miembro del equipo del abogados de Kushner, informó a la prensa que su cliente "ya se ofreció voluntariamente a compartir con el Congreso lo que sabe de esas reuniones" y que "hara lo mismo si lo contactan en relación con cualquier investigación."

Al asumir la presidencia Donald Trump nombró a su yerno Jared Kushner y a su hija Ivanka como asesores presidenciales ad honorem para eludir las leyes sobre nepotismo que impiden la contratación de familiares en el Estado.

EL CIERRA EL CERCO

Nadie piensa en Washington que Jared Kushner pueda brindar ninguna informacipon que pueda perjudicar en modo alguno al presidente Donald Trump.

No Obstante, cualquier cuestionamiento que la justicia realice sobre Jared Kushner será muy duro de afrontar para el presidente ya que no sólo afectará a su Administración sino también a su entorno familiar más íntimo.

Resulta evidente, sin embargo, que el Rusiagate lejos de atenuarse avanza cerrando gradualmente el cerco en torno del presidente Donald Trump.

Por otro lado, resulta curioso que nadie se haya hecho preguntas sobre los vínculos de Jared Kushner con el gobierno israelí o que nadie cuestione dichos contactos.

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