sábado, 4 de junio de 2016

LA MUERTE DEL SEPARATISTA ABDELAZIZ NO ALTERA LA SITUACIÓN EN EL SÁHARA


La desaparición del Mohamed Abdelaziz, dirigente histórico de los separatistas polisarios, no altera el panorama político y estratégico del Magreb, solo produce un cambio de liderazgo en su organización.

LA COSTOSA VIDA DE UN REVOLUCIONARIO
El reciente deceso del dirigente separatista Mohamed Abdelaziz es un claro ejemplo de cómo viven algunos personajes que hacen de la “revolución” y el separatismo una forma de vida, pero por sobre todo un próspero negocio.
Durante décadas, Abdelaziz, frustrado estudiante de medicina devenido en seudo revolucionario,  engañó a sus partidarios y a muchas personas de buena voluntad, aunque algo ingenuas, presentándose como un esforzado luchador de una causa humanitaria, como un socialista consecuente con sus ideas que dedicaba su vida a la “liberación” de su pueblo de opresión capitalista, que luchaba por el triunfo del socialismo en el mundo y que por lo tanto compartía las mismas penurias que muchos de sus sacrificados seguidores. Nada más falso que esta imagen.
Abdelaziz siempre vivió como un burgués adinerado, disfrutando del bienestar y los placeres que el mundo capitalista suele ofrecer a quienes pueden pagarlo. Por cierto, el líder polisario contaba con recursos suficientes para pagar esos lujos, para ello disponía, además del sueldo que oportunamente le pagaban sus mentores argelinos, con las generosas donaciones que le llegaban desde Europa. Estas donaciones provenían de algunas ONGs, que no encontraban mejor forma de dilapidar sus fondos que el promover a estos bandidos ideológicos que siempre hayaban alguna causa “revolucionaria” o “humanitaria” de la cual servirse.
Por si esos ingresos le resultaban insuficientes, para pagar sus giras por lujosos hoteles europeos y las numerosas delegaciones que enviaba a cuanto evento internacional organizaban las Naciones Unidas, Abdelazis, con la ayuda de sus cómplices argelinos, había creado un aceitado sistema de desvío y comercialización clandestina de la ayuda humanitaria proveniente de la Unión Europea, las distintas agencias de la ONU y diversas ONGs.
Este dinero recolectado ilegalmente, era desviado para adquirir lujosas propiedades en Canarias y en España, terminaba en cuentas secretas en Suiza y otros paraísos fiscales o servía para solventar el oneroso tren de vida de la cúpula del Polisario.
Los dirigentes del Polisario solían viajar con frecuencia a Naciones Unidas o visitar, bajo cualquier escusa, a sus aliados de Venezuela, Cuba y algunos países africanos. En esas visitas Abdelaziz aprovechaba la ocasión para manejarse con la pompa de un “jefe de Estado” cuando en realidad solo controlaba un grupo de tiendas en el desierto argelino y a un grupo de aprovechados como él, bajo la tolerancia y complicidad de Argel.
VIVIR COMO REVOLUCIONARIO, MORIR COMO BURGUÉS
Lo cierto es que Abdelaziz pasaba en menor tiempo posible en su residencia de Argel y sólo concurría a los campamentos de Tinduf cuando se veía forzado a ello por algún evento excepcional como un “festival” de solidaridad o la visita de algún funcionario internacional.
Fumador empedernido, cuando presentó los primeros síntomas de la enfermedad que pondría fin a sus días, no confío en la superioridad de la “medicina socialista” no se hizo atender ni en su amada Argelia ni en Cuba, sino que se puso en manos de la mejor medicina capitalista del mundo, es decir, la de los Estados Unidos.
Mostrando hasta donde llega la conciencia revolucionaria de estos personajes, no falleció en una humilde jaima en la hamada de Tinduf, privado de agua y servicios sanitarios, como suelen terminar sus días los saharauis retenidos por el Polisario en Argelia. Abdelazis eligió para morir la tranquilidad y el confort que brinda la lujosa Clínica Mayo en Rochester, Minnesota.
Tampoco quiso una tumba en Argelia, sino que demandó ser enterrado en suelo marroquí en Bir Lahlu, aunque en lo más íntimo de su alma posiblemente hubiera preferido retornar a su Marrakech natal.
NADA CAMBIA EN EL SÁHARA
Más allá de la utilización que de la muerte de Abdelaziz como elemento de propaganda por parte del Frente Polisario y la creación de una suerte de “culto a la personalidad” sobre su figura a los efectos de reforzar la posición política del círculo de dirigentes que lo rodeaban, lo cierto es que la desaparición de uno de los líderes históricos del separatismo en el Sáhara no tendrá ningún impacto real sobre la situación en la región.
Marruecos seguirá sólidamente establecido en el Sáhara, trabajando para desarrollar la región y mejorar aún más las condiciones de vida de la población que vive en paz y seguridad en estas provincias.
La Iniciativa para la Negociación de un Estatuto de Autonomía, presentada por Marruecos en 2007, continuará siendo la única alternativa posible de solución para este antiguo conflicto.
El único cambio, o el único problema lo tiene el Frente Polisario que deberá encontrar un nuevo líder capaz de arbitrar con éxito entre las diversas facciones, mantener el apoyo y fluidas relaciones con sus patrones argelinos y por sobre todas las cosas seguir con el lucrativo “negocio familiar” de las donaciones, el robo de la ayuda humanitaria y el contrabando de combustible entre otras actividades ilícitas.
Seguramente el nuevo dirigente supremo será un miembro de la tribu Erguibat, siempre que haya nacido en Argelia y haya cumplido el servicio militar en las fuerzas armadas de ese país. Incluso puede ser la propia viudad de Abdelaziz, la argelina Khadija Hamdi, ministra de Cultura, que conoce acabadamente como se instrumenta el negocio ilegal de la “ayuda humanitaria”. Sino será otro dirigente de perfil similar.
Pero nada cambiará, ni en Tinduf, ni en el Sáhara. El Polisario seguirá con su guerrilla diplomática y de propaganda en los foros internacionales. Algo que necesita para asegurarse un flujo constante de donaciones y ayuda humanitaria.
La población marroquí retenida ilegalmente en esa suerte de campos de concentración levantados en la hamada argelina seguirá viendo transcurrir sus días en la desolación y la impotencia.
Mientras tanto, los dirigentes polisarios -nuevos y antiguos- continuarán viajarndo por el mundo para dar discursos y declaraciones revolucionarias a los efectos de recibir la solidaridad de los socialistas del siglo XXI y otros compañeros de ruta, pero por sobre todo el dinero que sostiene su causa y endulza sus existencias.

         

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