martes, 16 de junio de 2015

LA POLÍTICA DEL TERO

TÁCTICAS ZOOLÓGICAS
Recuerdo que hace un par de años escribí un artículo el que calificaba al comportamiento desarrollado por Cristina Fernández de Kirchner como la “política del avestruz”. En el mismo hacía referencia a la tendencia que mostraba la señora presidente a escapar recurrentemente a la realidad. Algo similar al comportamiento que erróneamente la sabiduría popular atribuye a la avestruz (Struthio camelus); el de ocultar su cabeza en la tierra cuando se siente amenazado.
Cristina Fernández mostraba una clara tendencia a negar la realidad nacional que no era favorable para su gobierno ni para el resto de los argentinos. Así, por ejemplo, si los sectores disconformes con su gestión llevaban a cabo una masiva manifestación que congregaba a millones de personas en el espacio público del país, un accidente ferroviario producto de la corrupción se cobraba la vida de cincuenta ciudadanos o una violenta inundación hacia lo mismo con cien habitantes de la provincia de Buenos Aires, la presidente y su gobierno se limitaban a guardar silencio e ignorar el hecho tratando de evitar toda responsabilidad en el mismo.
En ocasiones el gobierno buscaba desviar la atención o ganar tiempo atribuyendo el hecho a las maquinaciones del Grupo Clarín, de los complots llevados a cabo por las corporaciones, el accionar de las “señoras del Barrio Norte” o a cualquier otra entelequia por el estilo.
Pero, en los últimos tiempos, Cristina Fernández ha modificado esta actitud para implementar otra táctica política que parece rendirle mejores frutos.
Siguiendo con mis hábitos zoológicos denominaré a ese comportamiento como la “política del tero”
Como todos los sudamericanos sabemos, el tero, o Vanellus chilensis según su denominación científica, es una pequeña ave zancuda muy difundida en la región de hábitos muy particulares. Hacen sus nidos en el suelo a campo abierto, razón por la cual son muy sensibles ante cualquier ruido o movimiento extraño. Al alarmarse emiten su grito característico y repetido, que es casi una constante en las zonas rurales. Ante la presencia de un intruso teatraliza la situación echándose como si estuviera empollando, pero en otro lado, para que el merodeador se dirija hacia él. En algunas ocasiones hace vuelos cortos alejándose de su nido con la apariencia de no poder volar bien, como si estuviera herido, repitiéndolo varias veces cada vez más lejos hasta que pase el peligro. Si esto falla agrede al intruso con vuelos rasantes, incluso rozándolos con los espolones de sus alas.
GRITOS E INTIMIDACIONES
Veamos las similitudes del comportamiento del tero con las tácticas empleadas por la presidente de los argentinos. Cuando algún grave hecho político se produce e impacta a la opinión pública o le otorga alguna ventaja a los sectores opositores en las encuestas, Cristina Fernández sale resueltamente a neutralizarlo.
En estos casos, un discurso emitido por la temida “Cadena Nacional” es el instrumento preferido de la primera mandataria. Este le permitirá lanzar algún exabrupto o una temeraria afirmación que sorprenderá a propios e indignará inmediatamente a ajenos. Inmediatamente el tema elegido para distraer a la opinión pública se replicará incesantemente al menos durante las siguientes semanas.
Los habituales voceros oficiales, el piquetero Luis D´Elia, Hebe de Bonafini, Aníbal Fernández, etc., saldrán inmediatamente a respaldar los dichos presidenciales agregando detalles de su propia cosecha expandiendo la polémica al infinito.
Así, si la presidente dice muy suelta de cuerpo que hay solo un cinco por ciento de pobres en Argentina, inmediatamente su Jefe de Gabinete sube la apuesta diciendo y reiterando que en Alemania hay más pobres que en nuestro país. Lista la maniobra lo que siguen son ríos de tinta de los analistas y cataratas de palabras de los comentaristas radiales.
En función de la “brecha” que divide a la sociedad argentina, el matutino Página 12, Radio 10, el canal oficial de televisión y Víctor Hugo Morales replicaran los argumentos oficiales haciendo una encendida defensa de los mismos con nuevos aditamentos aún más escandalosos.
Mientras que los diarios Clarín y La Nación, Radio Mitre y periodistas como Longobardi, Lanatta, Leuco o Nelson Castro, entre otros, se rasgaran las vestiduras en sus editoriales, aportando pruebas irrefutables de la mendacidad de los dichos oficiales.
La verdad no importa, convencer tampoco, el objetivo de la maniobra era tan solo distraer al público de algún aspecto urticante de la realidad nacional. Lo que importa es generar el suficiente "ruido informativo” en los medios de comunicación, para que nadie preste atención al monstruoso enriquecimiento de los funcionarios públicos, al deterioro creciente de las infraestructuras básicas del país, al aislamiento internacional, al creciente culto a la personalidad y al nepotismo convertidos en una práctica habitual de gobierno.
Por el momento al menos, la táctica ha demostrado ser eficaz, aún con muletas Cristina Fernández está logrando su desastroso segundo mandato evitando un caótico final wagneriano e incluso, aprovechando una insólita primavera en las encuestas, acaricia la idea de dejar a un testaferro en el gobierno.
 Por último, señalemos que cuando la distracción no funciona y alguien desafía realmente el poder kirchnerista la réplica no se hace esperar. La familia del fiscal Alberto Nisman y los miembros de la Corte Suprema de Justicia y el propio Cardenal Bergoglio, en su momento, han sido víctimas de la furia y la persecución desatada desde el aparato oficial de propaganda, desde la AFIP u otros organismo gubernamentales y pueden dar testimonio del elevado precio que se paga por cualquier gesto de dignidad e independencia.


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