jueves, 28 de agosto de 2014

UN GOBIERNO SIN PLAN NI IDEAS


CRISTINA COMO RAÚL
No fue necesario que Cristina Fernández de Kirchner comenzara a hablar de mudar la Capital para que muchos comenzaran a recordar la situación que llevó a Raúl Alfonsín a resignar su cargo seis meses antes de la finalización de su mandato presidencial. Ambos presidentes pecaron de un voluntarismo extremo. Alfonsín creyó que el restablecimiento del sistema republicano obraría mágicamente como una panacea para los principales problemas que aquejaban a la sociedad argentina. Pronto se hizo evidente que no era suficiente con invocar a la democracia para solucionar los problemas educativos, sanitarios o alimenticios de los argentinos.

Los Kirchner creyeron que apelar a un discurso seudo revolucionario y revivir el tema de las violaciones a los derechos humanos en la década de los setenta era suficiente para construir un “relato” que finalmente modificara la realidad. Pero, cuando se agotó la bonanza proveniente de las retenciones al agro, el saqueo a las cajas del ANSeS y al Banco Central; como así también a la expoliación impositiva, en lo gobierno no supo cómo hacer para seguir financiando el festival de subsidios, la maquinaria clientelística y la gigantesca corrupción que rodeaba al oficialismo. A la galera del gobierno se le acabaron todos los conejos.
Ambos finales de ciclo se parecen, aunque, justo es decirlo, la calidad institucional y la inserción internacional del país que Don Raúl logró dista mucho de la calamitosa situación imperante actualmente en el país.

Incluso, la calidad política de los cuadros dirigentes que en ese entonces provenían tanto del Movimiento de Renovación y Cambio , como de la agrupación juvenil conocida bajo la denominación de “La Coordinadora”, era muy superior a la que exhiben actualmente los militantes y dirigentes provenientes de esos rejuntados kirchneristas denominado Unidos y Organizados y “La Campora”. El propio Axel Kicillof está muy lejos de la capacidad técnico – profesional que exhibió en su momento el ministro de Economía Juan Vital Sourouille y su equipo. Kicillof jamás sería capaz de diseñar una planificación económica de la complejidad del “Plan Austral”, sencillamente porque hasta el momento no ha sido capaz de diseñar e implementar un plan económico coherente.
Entre los colaboradores del ministro Axel Kicillof no se registran profesionales reconocidos en los medios económicos, además sus conflictos y discrepancias con el presidente del Banco Central Juan Carlos Fabrega son frecuentes.

Kicillof insiste en que tiene “todo estudiado”, pero lo cierto es que desde que ha tomado el timón de la economía nacional no ha hecho más que improvisar y aplicar medidas coyunturales que en muchos casos se contradicen.
UN CUADRO COMPLICADO

Es por ello que hoy el país enfrenta una combinación de dos males: fuerte recesión con inflación desbocada. El principal factor que potencia la baja del consumo consiste en una sumatoria de factores, en especial la caída del empleo y la creciente disminución en los salarios reales.
Menores contrataciones, suspensiones y despidos redujeron el empleo del 42,2 al 41,4% de la población urbana. Equivalente a una pérdida de casi 200.000 puestos de trabajo. Mientras que entre los ocupados, casi el 10% -más de 150.000 personas- trabaja pocas horas.

Al mismo tiempo, los ingresos tuvieron mejoras nominales pero por debajo de la inflación, con una caída del poder de compra que amenaza situarse entre el 9 y 10%. Entre los salarios medios y altos, la reducción es mayor por el incremento de las deducciones por el impuesto a las ganancias.
El resultado de este cuadro es un crecimiento en términos reales de tan sólo el 0,4% en las ventas de los supermercados en el segundo trimestre del año, con caídas del 15,6% en carnes y 37,9% en verduras y frutas, mientras que el consumo de pan se incrementó un 56,4% en el último año. El descenso en el consumo de los sectores populares es el más elevado desde la crisis del 2001 – 2002, además en los últimos meses hubo una caída del 10% de las exportaciones y una reducción del 9% en las importaciones, factores que acentúan la recesión.

Mientras que la inflación se ubica bien lejos de los 25 puntos que registró el año pasado. Ahora se mantiene en el rango de entre 35 y 40% anual, hecho que sitúa a Argentina como el segundo país con mayor inflación en Latinoamérica –sólo superado por Venezuela país que este gobierno parece tomar como referencia en muchos campos- y uno de los países con mayor inflación del mundo. Además, la inflación argentina supera veinte veces el promedio de inflación de los países de la región, una situación que no se vivía desde los últimos meses del gobierno de Raúl Alfonsín.
Además, las reservas son escasas y además el precio de la soja está descendiendo abruptamente, el rojo fiscal va camino de los U$S 230.000 millones y, de tanto exprimirlas las arcas del Banco Central y de la ANSeS flaquean. Mientras tanto la brecha entre la cotización oficial y el dólar ilegal o blue se ubica en el 70%, una diferencia que no se registraba desde enero, cuando se produjo una devaluación del 22%. Sin embargo, la brecha entre el dólar oficial y el ilegal se ha ampliado tanto que muchos economistas auguran una nueva devaluación que nuevamente impactará fuertemente sobre la inflación.

Todo este proceso se desarrolla en momentos en que, pese a toda la retórica oficialista, el país ingresa en un nuevo default. O, como señalan algunos economistas, sin haber salido nunca del default anunciado en diciembre de 2001, ahora se profundiza el cuadro.
MESES DE ANGUSTIA

En este marco, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no cuenta con ideas ni capital político para revertir esta crisis ni para sobrellevar los difíciles catorce meses que le restan de mandato.
Los últimos años, cuando la situación económica y social no era tan grave en diciembre, con cualquier tipo de detonante, se producían ocupaciones ilegales de terrenos y saqueos a comercios que siempre ocasionaban alguna víctima fatal. Ahora que se incrementa la conflictividad sindical y social, cabe preguntarnos cuanto falta para que comiencen a producirse estos lamentables acontecimientos que todos tememos y repudiamos y que hará entonces un gobierno en retirada, aislado internacionalmente, en default y debilitado por el surgimiento en su seno de múltiples candidaturas presidenciales.

No sería más inteligente ir pensando seriamente en un adelanto de las elecciones para que un nuevo gobierno encuentre las soluciones que el “genial” ministro Kicillof no es capaz de encontrar. Especialmente, si consideramos que el futuro gobierno, aun tomando las medidas económicas acertadas, demora aproximadamente dos años en recuperar los niveles de actividad, controlar la inflación y aliviar la situación social de los sectores más postergados.

 

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