Mientras la atención mundial está centrada en las tensiones en Europa
Oriental, donde Rusia parece dispuesta a poner fin al proceso de decadencia que
comenzó con el desastre de Chernobyl, el 26 de abril de 1986, y que llevó a la
fragmentación de la Unión Soviética en quince estados independientes.
Allí, hoy el presidente Vladimir Putin está llevando a cabo un drástico
proceso de rectificación de fronteras destinado a poner bajo el control de
Moscú todo el “extranjero cercano”, es decir el antiguo territorio soviético.
La concreción de este proceso tendría un impacto tan grande sobre el
escenario internacional que las tensiones en Europa Oriental han ocultado el
conflicto que se ha estado gestando en estos días en la región africana del
Magreb.
La raíz del conflicto magrebí se encuentra en las reivindicaciones
separatistas de una minoría de la población marroquí que se reivindica como
saharaui. Este grupo con el apoyo financiero y militar de Argelia intenta
segregar una porción del territorio de Marruecos para formar un estado
independiente.
LA APARICIÓN DEL SEPARATISMO
En 1976, Marruecos liberó la última parte de su territorio del dominio
colonial español. Gradualmente, en la segunda mitad del siglo XIX, España
usurpó una parte del territorio marroquí donde estableció una colonia que
denominó “Sáhara Español” –
posteriormente esta región fue denominada “Sáhara
Occidental”-. Frente la imperialismo colonial español de nada sirvieron las
reiteradas protestas del Sultán de Marruecos.
Un siglo más tarde, en 1975, la evidente decadencia de la dictadura
franquista –especialmente por la enfermedad y muerte del Caudillo-, indicaron
al rey de Marruecos, Hassan II, que había llegado el momento oportuno para
recuperar los territorios que se había apropiado ilegalmente España.
Así nació la “Marcha Verde” que
inmediatamente se transformó en una gesta independentista para el pueblo
marroquí. En plena crisis institucional y económica el gobierno español debió y
retirarse dejando esos territorios nuevamente en manos de Marruecos.
Pero, el retiro de la potencia colonial europea despertó las apetencias
territoriales y hegemónicas de otros Estados de la región. En primer lugar y en
el contexto de la guerra fría, la Libia del coronel Gaddafi y luego Argelia alentó a un grupo de estudiantes
marroquíes descontentos con la monarquía alauí, que reina en Marruecos desde
1666, a crear un movimiento separatista y a reclamar la formación de un Estado
independiente en los territorios que estaba abandonando España en el Sáhara
marroquí.
Argelia derrotada por Marruecos en la “Guerra
de las Arenas” -1963-, decidió poner “una
piedra en el zapato” de Marruecos y al mismo tiempo mejorar su posición
geopolítica propiciando la creación de un
“Estado títere” en el sur del Sáhara que le proporcionara un acceso seguro
a la costa atlántica para encaminar hacia allí buena parte de sus exportaciones
energéticas –gas y petróleo-.
Este fue el origen de la creación del Frente
Popular para la Liberación de Saguía el-Hamra y de Río del Oro, más
conocido como “Frente Polisario”,
conformado en 1975, por un grupo de estudiantes marroquíes que obraban
siguiendo las directivas de Argel.
Lo que siguió fueron quince años de una suerte de guerra en el sur de Marruecos. Los terroristas del Frente Polisario libraban una guerra de
guerrillas con cruentos atentados y razias tanto contra las fuerzas marroquíes
como contra los pesqueros españoles de Canarias que operaban en aguas costeras
de Marruecos. Habitualmente, luego de asesinar a los pobladores marroquíes y
saquear la región, los terroristas se replegaban a territorio argelino donde
las FF. AA. de Argelia los protegían de la persecución del ejército marroquí e
incluso los reabastecían de armamentos, vehículos de combate y combustible.
Finalmente, después de que Marruecos construyera importantes obras
defensivas en su frontera con Argelia, que prácticamente tornaron imposibles
las hasta entonces frecuentes incursiones de las fuerzas del Polisario, se
alcanzó un alto al fuego supervisado por fuerzas de observadores de ONU.
LA MINURSO
Este fue el origen de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum
del Sáhara Occidental –MINURSO- establecida por Resolución Nº 690 del Consejo
de Seguridad del 29 de abril de 1991. Nacida con el mandato original de: “Supervisar la cesación del fuego; Verificar
la reducción de tropas de Marruecos en el Territorio; Supervisar la restricción
de las tropas de Marruecos y el Frente Polisario a los lugares señalados; Tomar
medidas con las partes para asegurar la liberación de todos los prisioneros
políticos o detenidos del Sáhara Occidental; Supervisar el intercambio de
prisioneros de guerra (Comité Internacional de la Cruz Roja); hacer efectivo el
programa de repatriación (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados);
Identificar y registrar a las personas con derecho a voto” y lo más
importante: “Organizar y asegurar la
realización de un referéndum libre y justo, y dar a conocer los resultados”.
Un referéndum propuesto por el Rey Hassan II y que nunca pudo celebrarse
dado que era la primera en la historia de Naciones Unidas en que una consulta
de este tipo iba organizarse sobre la base de la identificación de los
votantes. Esta operación de identificación
resulto irrealizable ya que por
una parte la población no corresponde al territorio por el carácter
históricamente nómada de la población y por otra parte la falta de voluntad
política de las partes para llegar a establecer un padrón electoral que hiciera
posible la realización de dicho referéndum. Ello llevó la ONU a encaminar el proceso hacia una solución política y
negociada.
En la actualidad la MINURSO cuenta con un personal de 229 efectivos
uniformados pertenecientes a las FF. AA. de una veintena de países –incluida la
Argentina- y 279 funcionarios y empleados civiles de origen internacional. Su
mandato es anual.
LOS DERECHOS HUMANOS COMO INSTRUMENTO
DE PROPAGANDA
Precisamente, las actuales tensiones en el lugar se deben a los intentos
del Frente Polisario de que se
modifique el mandato de la MINURSO
otorgándole responsabilidad en la supervisión de los derechos humanos en la
zona en conflicto.
Marruecos que ha incorporado la región del antiguo Sáhara Español como una
parte indisoluble de su territorio bajo la denominación de las “provincias del sur”, sólo está
dispuesto a discutir un régimen de autonomía para le región y se opone a
cualquier intento de establecer un estado independiente por parte de los
separatistas del Frente Polisario
manipulado por Argelia.
Por lo tanto, interpreta que en realidad bajo el argumento de supervisar la
vigencia de los derechos humanos las fuerzas de la MINURSO y algunas ONG
europeas y muy vinculadas al aparato de propaganda del Polisario realizaran un
aprovechamiento político del tema hasta convertirlo en una intolerable intromisión en los asuntos
internos de Marruecos.
En realidad, lo que más preocupa a Rabat, no es que salga a la luz alguna
violación a los derechos humanos por parte de funcionarios o militares
marroquíes, sino es el temor de perder de vista el objetivo primordial del
proceso de la ONU que es la búsqueda de una solución definitiva a este
diferendo que dura desde hace casi cuatro décadas y paraliza la integración
regional del Magreb. Para Rabat darle la
posibilidad a la MINURSO de supervisar los Derechos humanos significa premiar
las estrategias de diversión de los no quieren una solución a este conflicto
porque se están aprovechando de esta situación de estancamiento.
MARRUECOS ENDURECE SUS POSICIONES
El rey de Marruecos, Mohammed VI,
ha mandado claras señales de que no está dispuesto a admitir cambios en las
funciones que debe cumplir la MINURSO. El sábado 12 de abril se comunicó con el
Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon para
manifestarle la imperiosa necesidad de evitar “enfoques parciales y opciones peligrosas” en el Sáhara Occidental.
Además advirtió terminante que “cualquier
desviación en esta dirección sería fatal para el proceso y pondría en riesgo la
implicación de la ONU en el asunto.”
La comunicación del monarca era una clara advertencia de que Marruecos, en
caso de modificarse el mandato original de la MINURSO, podría escalar el conflicto rechazando la permanencia en
su territorio de los “cascos azules”
y forzando su retiro.
Reforzando esta determinación, el 18 de abril, Mohammed VI se trasladó con su
familia a la ciudad de Dajla. Desde el año 2010, el monarca no visitaba las
“provincias del sur” para no incitar reacciones adversas de elementos
separatistas. Ahora, la presencia en el sur del Rey indicaba que a la monarquía
no le importaba la opinión de los elementos separatistas y que tampoco se
preocupaba por las reacciones adversas estos podían generar. Cabe destacar que la
presencia del monarca solo genero expresiones de afecto y apoyo por parte de la
población local.
Por último, el 20 de abril, el gobierno marroquí, en una muestra más de
firmeza, expulsó de su territorio a una
treintena de simpatizantes del Frente
Polisario. Se trataba de un contingente de mujeres que se autodenominaban “observadores internacionales” y que en
un claro acto de provocación pretendían acceder a los campamentos del Polisario
en Tinduf, Argelia, desde territorio marroquí para asistir como delegadas a la “Conferencia de Apoyo a la Resistencia de
las Mujeres Saharauis”.
Normalmente, todos los visitantes extranjeros que acceden a los campos de
Tinduf, lo hacen desde el aeropuerto de Argel y luego se trasladan hacia el sur
con asistencia del gobierno argelino. El hecho de que este año, en momentos en
que la ONU se discute la renovación del mandato de la MINURSO, las activistas
hayan elegido modificar esta ruta de acceso y pretendido ingresar desde
Marruecos es un evidente indicio de que buscaban generar un incidente
internacional que incidiera sobre la votación del 31 de abril próximo. Rabat
impidió esta maniobra obligando a las simpatizantes del Polisario a retornar a
sus países de origen ni bien arribaron a suelo marroquí.
CONCLUSIONES:
El gobierno de Rabat considera a las provincias del sur como una parte
constitutiva de su territorio nacional a la que no esta dispuesto a renunciar.
Como diría el geopolítico estadounidense Hans Morgenthau, el territorio del
Sáhara es para Marruecos un “interés
vital” por el cual una nación lo arriesga todo, incluso la guerra.
Marruecos podrá negociar un régimen de autonomía y derechos diferenciales
para la población saharaui, pero nunca cederá la soberanía de este territorio.
Por lo tanto, en un momento en que las brasas del incendio provocado por la
Primavera Árabe, de 2010, aún arden en Egipto, Libia y Siria, en que Malí y el
resto del Sahel se han convertido en un inmenso “espacio sin ley”· donde prolifera el terrorismo, el crimen
organizado, el narcotráfico y el separatismo tuareg, las Naciones Unidas
deberían entender que lo más inteligente es focalizarse sobre una solución
definitiva del conflicto sobre Sáhara
para no acorralar a Marruecos y generar un nueva tensión en el ya convulsionado
Norte de África.
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