jueves, 21 de noviembre de 2013

UN RODRIGAZO EN CUOTAS


UN RODRIGAZO EN CUOTAS

Por el Dr. Adalberto C. Agozino

            Una compleja combinación de factores, la pérdida de veinte puntos en el caudal electoral sumado a un grave problema de salud que limita sus actividades, la falta de una posibilidad de reelección y la mala marcha de la economía, han terminado por alejar a Cristina Kirchner del poder. Cristina hoy reina pero no gobierna. 
            Se han terminado los tiempos en que la señora Presidente resolvía sobre el gobierno y sobre el Partido Justicialista sin consultar a nadie más que al grupo de íntimos que compartían su cercanía.
            Los gobernadores peronistas que fueron capaces de superar los recientes comienzos con éxito han comenzado a hacer valer su caudal electoral y a imponer condiciones a la debilitada presidente. Lo han hecho con habilidad y sutileza. Tratando de que el cambio pase lo más desapercibido posible. Pero lo cierto es que el eje del poder se ha desplazado, desde los sectores juveniles de izquierda, grupos piqueteros y organizaciones defensoras de derechos humanos que constituían el núcleo duro del cristinismo, hacia los antiguos caciques peronistas del interior del país que controlan las situaciones provinciales desde hace tres décadas.

            Estos hábiles caudillos provinciales pretenden retener el poder en sus provincias más allá de 2015. Para ellos no habrá mucha diferencia si el nuevo presidente es Massa, Scioli o cualquier otro. El peronismo siempre termina por responder al líder de turno. Rápidamente las lealtades se reacomodan y por lo general los agravios también se olvidan. No son cuestiones personales, tan sólo cuestiones de negocios.

            Pero hay un límite. Los caudillos peronistas no pueden permitir que un gobierno peronista fracase y la ola de crisis termine por eyectarlos a ellos de sus posiciones de poder provincial.

            Es por ello que se han decidido a tomar el timón para evitar que el barco naufrague. Lo han hecho con sutileza y prolijidad. Impusieron un Jefe de Gabinete de aspecto kirchnerista pero con autonomía propia. Un candidato que podría aparecer como elegido por Cristina aun cuando en realidad le ha sido impuesto.

            A su vez, Jorge Capitanich ha elegido para conducir a la economía –un cargo siempre estratégico pero aún más en este momento- a un hombre de confianza de la presidente, pero que antes –y siempre- ha sido un hombre de su propio riñón y empleado de su consultora.

            Con prolijidad el cambio incluyó también el alejamiento de las figuras más desgastadas y cuestionadas del elenco cristinista. Todo muy sutil y gradual. Probablemente los cambios no hayan terminado y otros ministros dejen sus cargos en los próximos días para oxigenar aún más la nueva gestión

            Pero a no llamarse a engaño los cambios no son producto del retorno de Cristina se trata de un nuevo gobierno. Un gobierno de transición que efectuará correcciones para dotar de gobernabilidad al gobierno que asumirá en 2015.

            En qué consistirán esas correcciones. Seguramente en un recorte de la gran masa de subsidios, un sinceramiento –o ajuste- de las tarifas de los servicios públicos, incrementos en los precios de los combustibles, reducciones en los niveles de emisión y una fuerte devaluación del peso.

            Es decir, la receta es siempre la misma y los efectos son también los mismos. Podrá emplearse mucha retórica pero al final la cuestión siempre termina en una drástica rectificación de la política económica que afecta el nivel de consumo de los sectores populares, aumenta la desocupación y empobrece aún más a la clase media, a los pobres y a los marginados.

            La fiesta se ha terminado y ahora hay que pagar la cuenta. Se podrá abonar al contado. A través de una “política de shock” como la aplicada por el ingeniero Celestino Rodrigo, en junio de 1975. En esa oportunidad, una brusca devaluación del peso acompañado de incrementos en los precios de los combustibles, la energía y el transporte, derivó en una rebelión sindical seguida de un huracán de rechazo social que puso fin al ajuste y abrió el camino hacia la hiperinflación de 1976 y al golpe de Estado.

            Al parecer, Capitanich y su equipo, parecen inclinarse más por un pago en cuotas. Es decir, por aplicar un ajuste gradual que reduzca a su mínima expresión las reacciones sociales. Como en el antiguo relato de la rana en la olla. A fuego lento, muy lento, terminaremos todos cocinados sin que nadie salte de la olla.

            En los próximos días y meses veremos si la rectificación del rumbo económico tiene éxito y se prolonga sin contemplar los costos sociales del mismo o, por el contrario, la reacción social obliga a buscar caminos alternativos y nuevos conductores para la nave gubernamental.  

                         

martes, 19 de noviembre de 2013

EN TORNO A LA CIENCIA DE LA SEGURIDAD


EN TORNO A LA CIENCIA DE LA SEGURIDAD

Por el Prof. Dr. Adalberto C. Agozino[i]

En las últimas décadas las actividades vinculadas con la seguridad se han profesionalizado y alcanzado nivel universitario. Sin embargo, todavía no existe un cuerpo teórico sobre la seguridad que acompañe esa evolución. En el presente artículo pretendemos aportar algunas ideas en permitan avanzar en este sentido
EL CONCEPTO DE SEGURIDAD
 

Para avanzar en la construcción de una teoría de la seguridad debemos comenzar por esclarecer que entendemos por seguridad y cuales son sus campos de acción.


El término castellano seguridad proviene etimológicamente del vocablo latino secur – tas, el cual deriva del securus –de secura-, formado a partir de sine (que significa sin) y cura (cuidado, ansiedad, esfuerzo, preocupación). Etimológicamente significaría estar libre de cuidados.


            En inglés, la palabra safety tiene un significado similar al de security. Amas se emplean para referirse a la ausencia de peligro o riesgo. Sin embargo, safety tiene otras connotaciones vinculadas con el estado físico, por ejemplo, ausencia de lesiones, la seguridad del cuerpo y de los bienes.


            La seguridad ha sido definida de diversas formas. Por ejemplo, el Diccionario de Seguridad Metis proporciona varias de estas definiciones:
 

Ø  “Estado, actitud, método, actividad, cultura y conducta, que producen un efecto de paz, tranquilidad y orden.”
 

Ø  “Conjunto de medidas contra actos indeseables que trata de salvaguardar a la comunidad, al individuo y sus bienes.”


Ø  “Sistema de combinación de métodos, procedimientos, técnicas y elementos (físicos, lógicos y psicológicos) diseñados para disuadir, detectar, denegar, demorar, aceptar o reaccionar con respecto a la amenaza.”


Ø  “La situación ambiental mediante la cual la integridad moral, social, física y psicológica de las personas, las instalaciones y su patrimonio, se encuentra cubierta o a salvo de inferencias o perturbaciones (riesgos) sustanciales, de carácter natural, accidental, circunstancial o intencional.[1]


Nosotros preferimos definir a la seguridad como una situación en las cuales las personas, sus derechos y sus bienes se encuentran a resguardo de los daños que pueden ocasionar las conductas dolosas o culposas de otras personas o ciertos eventos de la naturaleza.

En esta forma descartamos totalmente las interpretaciones que hacen de la seguridad una sensación o percepción de la gente o un estado de la opinión pública generado por los medios de información al dar una difusión excesiva o distorsionada a ciertos delictivos o de violencia. Para refutar esta interpretación basta revisar las estadísticas criminales y los denominados “mapas del delito” para observar que los índices de criminalidad varían de un continente a otro, que la cantidad de asesinatos cada diez mil habitantes son distintos de un país a otro, que es más probable morir en forma violenta en Ciudad Juárez o Caracas que Brasilia o Santiago de Chile o que la cantidad de robos y asesinatos son mayores en ciertos barrios marginales que en desarrollos inmobiliarios cerrados dotados de vigilancia armada.

Si bien no descartamos la existencia de un factor psicológico que hace algunas personas sentirse más seguras o menos seguras en determinados momentos, afirmamos que la seguridad es una situación donde alguien o algo se encuentran relativamente protegidos de amenazas o riesgos y que la eficacia de esa protección puede ser evaluada mediante diversos procedimientos. En otras palabras la seguridad no es un estado subjetivo sino una situación objetiva.

CLASIFICACIÓN DE LA SEGURIDAD

            Si bien la seguridad es una totalidad sus actividades suelen desdoblarse en función de factores tales como la naturaleza jurídica de la persona o personas que desarrollan las actividades de protección o del tipo de bienes o actividades protegidos.

Clasificación de la seguridad en función del prestador

a)    Seguridad Pública:  


Hablamos de Seguridad Pública cuando las tareas de protección están en manos exclusivas del Estado y de funcionarios públicos que se desempeñan en agencias de aplicación de la ley y el poder judicial.

El Diccionario de Seguridad Metis, define a la seguridad pública diciendo que “su función, como uno de los poderes inherentes al Estado, es la de conservar el orden público, la vida, la libertad y los bienes de los ciudadanos sin rebasar la norma dentro del marco de la ley. Esta constituida por los organismos establecidos en Constitución y las leyes, que incluyen a las fuerzas del orden, la justicia y los cuerpos de investigación quienes con actitud mesurada y en colaboración, armónica evitan los estímulos  al crimen.

La seguridad pública tiene por eje central a las funciones llevadas a cabo los servicios de policía. Así pueden identificarse

-       Actividades de prevención de ilícitos:

Comprenden un conjunto de acciones proactivas destinadas a impedir la materialización de actos delictivos anticipándose a la materialización de los mismos.

-       Actividades de investigación judicial:

Comprenden un conjunto de acciones reactivas destinadas a la identificación de los autores de un delito que se ha materializado y del cual se ignora quienes son los autores y cual ha sido el grado de participación en el hecho a los efectos de ponerlos a disposición de la justicia.

-       Actividades de contralor contravencional:

Comprende las acciones que no están directamente vinculadas con el delito sino con el cumplimiento de ordenanzas municipales, la aplicación de normas de tránsito y otras regulaciones que hacen al ordenamiento de la vida social. Las violaciones a este tipo de ordenanzas no constituyen delitos sino tan solo contravenciones. Aunque, una contravención puede ocasionar al responsable sanciones de multa, clausura, inhabilitación y hasta la detención por corto tiempo en establecimientos penales.

            De acuerdo con la cultural de seguridad que ha desarrollado una determinada sociedad a través de su historia, estas actividades son monopolizadas por una sola agencia policial o se distribuyen en diversos organismos estatales o locales.

            En el primer caso estaríamos en presencia de una organización policial basada en la aplicación del denominado “modelo napoleónico”, creado a partir de la Gendarmería francesa, en 1791. Este modelo de manera esquemática, se caracteriza por la existencia de una estructura militar, centralizada y extendida por todo el territorio nacional en forma de una red al servicio del gobierno central. De suerte que la policía estatal nacional monopoliza el ochenta por ciento de las funciones de seguridad dejando tan sólo un veinte por ciento de esas funciones para los cuerpos policiales locales.

            En los países donde se aplica esta modelo organizacional de la seguridad se otorga mayor importancia a la represión del delito, y por tanto, se asume un accionar reactivo. En Argentina la existencia de cuerpos de seguridad como la Gendarmería Nacional o la Policía Federal Argentina responden a este modelo.

            En todo el mundo el modelo napoleónico se encuentra en franca revisión tanto por las transformaciones sociales que se han producido desde el siglo XIX, como por la estatización, el gigantismo y la burocratización que ha provocado en los cuerpos policiales, hasta el punto de hacerlos inadecuados para las soluciones que en materia de seguridad pública demandan las sociedades actuales.

            En la actualidad, la mayoría de los países de mayor desarrollo prefieren distribuir las distintas funciones policiales en cuerpos de menores dimensiones especializados en un tipo específico de funciones y dar mayor responsabilidad a los cuerpos locales en el mantenimiento de la seguridad. En estos países encontramos que las funciones de  seguridad se encuentran desdobladas en diversos organismos.

            Las tareas de prevención del delito aplicando medidas proactivas suele mantenerse en manos de fuerzas nacionales de estructura militarizada como los Carabineros de Chile, la Guardia Civil española, Carabinieri de Italia, Gendarmería Fía Francesa o incluso la Policía Federal de Brasil. Por  lo general se trata de las llamadas “fuerzas intermedias” de seguridad que combinan la organización militar con las funciones policiales.

            Las acciones vinculadas con la investigación criminal, por el contrario, suelen asignarse a agencias de aplicación de la ley donde imperan normas disciplinarias y organizacionales menos rígidas, donde el énfasis se sitúa en la flexibilidad del personal para adaptarse a las funciones de policía científica y a una estrecha colaboración con el aparato judicial. En general se trata de cuerpos de policía civil que desarrolla actividades reactivas frente al delito. Como ejemplo de este tipo de agencias cabe citar, entre otras, a la Policía de Investigaciones de Chile y las diversas policías civiles de Brasil.

            El contralor contravencional suele asignarse a cuerpos de policía comunal o municipal con la misión de aplicar las regulaciones locales. En la mayoría de estos cuerpos policiales, los funcionarios no portan armas y en los casos que pueden involucrar violencia o peligro suelen requerir el auxilio de personal armado perteneciente a otras agencias policiales.

            En la última década, algunos teóricos  ha comenzado a cuestionar la denominación de la expresión “seguridad pública” prefiriendo denominaciones alternativas como “seguridad ciudadana” o “seguridad humana”. Por lo cual nos parece oportuno hacer algunas referencias a esos conceptos.

SEGURIDAD CIUDADANA:

La seguridad ciudadana se basa en la participación de la comunidad en la solución de sus problemas de seguridad a través de la implementación de acciones concretas. En esta concepción la responsabilidad en la formulación de las políticas públicas de seguridad se desplaza del Estado a la comunidad.

Según el comisario general Adrián Juan Pelacchi es: “Un reconocimiento en la filosofía, misión y estructura organizativa que se apoya en las necesidades y los intereses de la comunidad y que busca servir dentro de la capacidad y recursos de las fuerzas policiales para cubrir esas necesidades. Se requiere un compromiso de consulta permanente con el público, que es el fundamento sobre el cual se basa el avanzado proceso de planificación y sobre el que se miden las subsiguientes revisiones de desempeño y responsabilidad.”[2]

El Diccionario de Seguridad define a la seguridad ciudadana como la “práctica racional cuya misión es la fraternidad, buena voluntad y la colaboración que acompaña el espíritu solidario de los ciudadanos. Equivale a asociaciones “parapoliciales” constituidas en un esfuerzo por compensar la insuficiencia de la seguridad pública para defensa de los bienes individuales y comunales contra las amenazas delincuenciales, o en auxilio en casos de urgencia o calamidad pública. Propende por la desaparición del peligro y la consolidación de un estado de tranquilidad y autonomía en el ejercicio de los derechos, deberes y libertades, dentro del orden legal lo que en suma significa ‘orden ciudadano’. Como lo señala la socióloga española Anna Alabart, es el “ejercicio por parte de los ciudadanos de sus derechos y libertades, lo cual se consigue demandando y obteniendo del Estado las garantías de una convivencia pacífica”.

SEGURIDAD HUMANA

La seguridad humana se desarrolla como un concepto integral de seguridad. Mientras la noción de seguridad pública apunta principalmente a la seguridad del Estado, la seguridad humana se centra en el usuario final de la seguridad el ser humano. Por lo tanto, en el concepto de seguridad humana no es suficiente proteger al Estado para proteger al ser humano, es necesario también incorporar resguardos que protejan al ser humano de abusos por parte del Estado.

Uno de los puntos de partida en la consideración de la seguridad humana fue el “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD-“, a través del Informe sobre el Desarrollo Humano de 1994. A partir de allí una corriente de pensamiento comenzó a considerar que el objeto de la ciencia de la seguridad es la seguridad de las personas en sus vidas cotidianas, que se alcanza mediante el desarrollo humano y no mediante las estructuras tradicionales de seguridad.

En esta visión, los logros en materia de desarrollo humano permiten consolidar la seguridad humana, en tanto que el fracaso de tal desarrollo humano genera privación, hambre, tensiones étnicas, etc., y por tanto inseguridad y violencia. Por su parte, una mejora de la seguridad humana repercute favorablemente en el desarrollo.

Ante las nuevas amenazas, la visión tradicional de la seguridad pública basada en el control territorial, el empleo de las fuerzas armadas y de seguridad en conflictos convencionales vinculados con la supervivencia del Estado pierde vigencia. Frente a una concepción defensiva y limitada, el nuevo concepto de seguridad humana adquiere un carácter integrador y globalizador.

La seguridad humana no se basa en la eficacia de las fuerzas de seguridad sino en la satisfacción de las necesidades básicas de la población mediante la participación solidaria de todos los beneficiarios del desarrollo. En definitiva, puede decirse que el eje de la seguridad ha cambiado del control del territorio hacia la satisfacción de las necesidades de las personas. En consecuencia, frente a la visión tradicional centrada en la disuasión y el conflicto, se revaloriza la cooperación para el desarrollo internacional como vía para alcanzar la seguridad.

La seguridad humana tiene dos dimensiones básicas: la libertad respecto a las necesidades básicas y la libertad respecto al miedo. Las amenazas a la seguridad humana pueden ser crónicas (hambre, enfermedad, represión, etc.) o pueden consistir en perturbaciones repentinas de la vida cotidiana, y pueden deberse a factores naturales o humanos. 

La seguridad humana implica un desafío importante, en la medida que requiere el empleo de análisis multidisciplinarios capaces de captar las causas complejas que determinan las condiciones de inseguridad de una persona. La seguridad deja de ser competencia exclusiva de la ciencia de la seguridad y entra en el campo de la economía, la ciencia política, la antropología o hasta de los enfoques de género.

Por otro lado, hablar de seguridad humana implica superar la visión etnocéntrica donde la preocupación principal se centraba en los problemas de seguridad de los países desarrollados del llamado primer mundo. La seguridad humana ofrece una concepción mucho más ajustada a la realidad de los países del Tercer Mundo. En muchos de estos países el Estado es una realidad débil, semifragmentada y carente de legitimidad, por lo que la seguridad de su territorialidad y soberanía puede tener poca vinculación con los intereses directos y cotidianos de sus ciudadanos acuciados por las carencias de sus necesidades básicas.

Hablar de seguridad humana, por lo tanto, plantea exigencias, objetivos y medios diferentes a los que se derivan meramente del concepto tradicional de seguridad. 

b)    Seguridad Privada

Hablamos de seguridad privada cuando la protección es suministrada por entidades privadas (empresas, cooperativas u ONGs) sin la directa intervención del Estado. Normalmente las actividades de seguridad privada y sus prestadores son reglamentados y controlados por el Estado. Según el Diccionario de Seguridad es la “práctica racional de medidas activas y pasivas que por propia iniciativa toman los particulares con el fin de limitar o neutralizar la amenaza que pesa individualmente sobre ellos.”[3]

La seguridad privada suele circunscribirse a las siguientes actividades:

1.- Vigilancia Privada: Es la prestación de servicios que tiene como objetivo la seguridad de personas, bienes y actividades lícitas de cualquier naturaleza. Incluye además la actividad de seguridad, custodia o portería presentada en locales bailables, confiterías y todo otro lugar destinado a la recreación.

2.- Custodias Personales: Consiste en el servicio, con carácter exclusivo, de acompañamiento, defensa y protección de personas determinadas.

3.- Custodias de Bienes o Valores: Es la actividad destinada a satisfacer requisitos de seguridad en edificios, casas centrales, agencias, sucursales, delegaciones, como así también en bancos, entidades financieras y el transporte de caudales, dinero, valores y mercaderías, realizados con medios propios o por terceros.

4.- Investigación: Es la que procura información sobre hechos y actos públicos o privados requeridos por cualquier persona física o jurídica en salvaguarda de sus derechos e intereses legítimos. Las tareas de investigación privada podrán ejercerse para los ámbitos civil, comercial y laboral. Podrán actuar en la investigación de delitos solo a instancia de parte y con autorización de los legitimaos en el proceso penal.

5.- Vigilancia con medios electrónicos, ópticos y electro ópticos: Comprende la comercialización, instalación y mantenimiento de equipos, dispositivos y sistemas de seguridad electrónica para la protección de bienes, personas y contra el fuego u otros siniestros y de sistemas de observación y registro, de imagen y audio así como la recepción, transmisión, vigilancia, verificación y registro de las señales y alarmas.”[4]

c)    Seguridad Mixta:

Hablamos de seguridad mixta cuando las actividades de protección son ejecutadas en forma conjunta por funcionarios públicos y empleados de empresas privadas especializadas en la prestación de alguna modalidad particular de servicios de seguridad. Por ejemplo, los servicios de videovigilancia que contratan algunas ciudades para el control del delito o los casos o cuando se delega a empresas privadas el servicio de “fotomultas” para fiscalizar el parqueo ilegal de los automóviles en las ciudades. En algunos casos, el Estado incluso contrata a empresas privadas de seguridad para la protección de instalaciones públicas o en ocasión de eventos especiales tales como encuentros deportivos o recitales musicales.

Clasificación de la seguridad según el tipo de actividad

            En función del campo de actividad al cual se aplican las medidas de protección suele clasificarse a la seguridad en categorías tales como:

a)    Seguridad Aeroportuaria:

Suele denominarse en esta forma a una dimensión específica de la seguridad pública, y comprende las acciones tendientes a resguardar y garantizar la seguridad interior en el ámbito jurisdiccional aeroportuario a través de la prevención, conjuración e investigación de los delitos e infracciones que estén previstos en el Código Aeronáutico y las demás leyes de la Nación.[5]

      La seguridad aeroportuaria se ejerce sobre todas las áreas, sectores, personas y bienes de un aeropuerto


b)    Seguridad Bancaria:

        Según el Diccionario de Seguridad “es la práctica de prevención y protección a las actividades del sistema bancario.”[6]

c)    Seguridad Personal:

Según el Diccionario de Seguridad “busca proveer la ausencia de temor mediante patrones individuales de percepción del peligro, adopción de conductas de prevención –previsión, predicción, preparación- ante los riesgos, medidas de protección –disuasión, reacción- frente a la amenaza o la incertidumbre y preservación –conservación de la vida o recuperación de la lesión- ante el ataque. Requiere una actitud de control de los propios instintos, de la incomodidad o de la adversidad, y un alto nivel de resilencia o capacidad del sistema individual para recuperarse una vez ha sido afectado por un evento.”[7]

d)    Seguridad Portuaria:

Según el Diccionario de Seguridad está conformada por las “prácticas preventivas de protección y preservación tanto de instalaciones fijas como de las naves, pasajeros, bodegas y servicios relacionados con la actividad portuaria.

e)    Seguridad Informática:

           Es un campo de la seguridad que se vincula con la protección de la infraestructura computacional y todo lo vinculado con ésta –incluyendo la información contenida y los usuarios-.

            Existen muchos otros campos de la seguridad además de los que hemos mencionado, como ser la seguridad frente a siniestros, seguridad en los transportes, seguridad geopolítica, etc.

¿HAY UNA CIENCIA DE LA SEGURIDAD?


            En las últimas décadas, frente a la difusión de los estudios académicos referidos a la seguridad muchos expertos han comenzado a preguntarse si existe una “ciencia de la seguridad” independiente de otras disciplinas científicas o si la seguridad constituye tan sólo un campo especializado de otra ciencia, como podría ser la ciencia política o la sociología.

           También suelen interrogarse acerca de si el estudio de la seguridad compete a una disciplina única o a un conjunto de disciplinas que comparten un mismo campo de investigación y reflexión epistemológico.

            En este artículo trataremos de aportar algunos puntos de vista e idea que contribuyan a esclarecer este debate.

            Comenzaremos por sostener que el estudio de la seguridad constituye un saber científico que integra el amplio espectro de las ciencias sociales. Resulta indiscutible que todos los fenómenos vinculados con la seguridad son en última instancia hechos sociales. Por lo tanto surgen de las relaciones sociales que mantienen los hombres entre sí. De hecho son relaciones sociales vinculadas con la protección frente a daños intencionales o no.

            En las relaciones sociales que hacen a la seguridad alguien protege a otro que resulta protegido de las acciones perjudiciales, dolosas o culposas, de un tercero o de eventos dañinos provocados por la naturaleza. En conclusión, el campo del quehacer de seguridad se relaciona con la protección y lo protegido. Por lo cual podemos decir que la seguridad implica el desarrollo de conductas sociales vinculadas con la protección de las personas, sus bienes, sus derechos.

            Cada ciencia puede definirse con referencia al método –un conjunto de procedimientos para el estudio sistemático de cierto tema- o al contenido –un conjunto de conocimientos verificados descubiertos  con la ayuda de métodos científicos de estudio-.  Las ciencias sociales estudian al hombre y su conducta social. En cada caso puede de hablarse de ciencia en la medida en que se utilizan métodos científicos de estudio y se desarrolla un cuerpo de conocimientos ciertos, fundados en la investigación científica.[8]

En conclusión, las actividades vinculadas con la protección constituyen un conjunto de conductas sociales vinculadas a un único tema que pueden ser investigadas a través de la aplicación del método científico.
    

Por consiguiente, podemos afirmar que existe una ciencia de la seguridad que forma parte del amplio espectro de las ciencias sociales. Esta ciencia de la seguridad puede ser definida como el conjunto sistemático de proposiciones y generalizaciones basadas en el análisis riguroso de los hechos y fenómenos de la realidad que hacen a la protección de las personas, sus bienes y derechos.

CONCLUSIONES

            A modo de conclusión enunciaremos las notas principales que hacen a la seguridad como actividad humana:

·        Se trata de una situación objetiva a alcanzar o mantener.

·        Implica proteger de los daños producidos por amenazas y factores de riesgo.

·        Tiene un componente psicosocial.

·        Esta condicionada por factores políticos, económicos, culturales y sociales.

·        Comprende la acción coordinada de los cuerpos de aplicación de la ley y las empresas privadas que actúan en el sector.

·        Existe una Ciencia de la Seguridad, con un objeto y método propio, que forma parte de las ciencias sociales.

 

 



[1] LA ROTTA, Luis Enrique: Consultor Didáctico Diccionario de Seguridad Metis. Ed. Sicurex, Instituto de Seguridad Metis. Colombia 2005, p. 563 a 564.
[2] PELACCHI, Adrián Juan: Tratado sobre a Seguridad Pública. Ed. Policial. Bs. As. 2000, p. 281
[3] LA ROTTA, Luis Enrique: Ob. Cit. p. 568
[4] LOZADA, Martín: Seguridad privada. Ed. Ábaco. Bs. As. 2000. P. 120 y 121.
[5] PSA: Misiones y funciones de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. En http://psa.gov.ar.html
[6] LA ROTTA, Luis Enrique: Ob. Cit. p. 572.
[7] LA ROTTA, Luis Enrique: Ob. Cit. p. 571-
[8] SIERRA BRAVO, Restituto: “Técnicas de investigación social. Teorías y ejercicios”. Ed. Paraninfo. Madrid 1999. P. 42.



[i][i][i][i][i][i][i] Adalberto C. Agozino: Profesor, licenciado y doctor en Ciencia Política. Director de la Maestría en Seguridad Pública de la Universidad Argentina John F. Kennedy. Profesor Titular por concurso de la Escuela Superior de la Gendarmería Nacional en Argentina.