miércoles, 20 de junio de 2012

YAKUZA, Crimen organizado en Japón


YAKUZA, CRIMEN ORGANIZADO EN JAPÓN

Por el Prof. Dr. Agozino

UN GRUPO INMERSO EN LA CULTURA JAPONESA

En Japón la mafia recibe el nombre de "Yakuza" y tiene un origen antiquísimo, varias veces centenario. Como grupo criminal tiene muchas particularidades. En primer término, si bien se trata de una organización criminal sus miembros aceptan un nivel de exposición pública inusual para grupos de este tipo. Todo el mundo conoce a los yakuza, saben quienes son y donde se reúnen. Algunos de sus clanes tienen incluso oficinas con el logotipo del grupo en la puerta de sus oficinas. Están muy relacionados con el mundo político y las autoridades policiales. Admiradores incondicionales del Emperador, nostálgicos de los valores guerreros del Japón feudal, los yakuzas mantienen lazos con los medios extremistas ultranacionalistas.

Jamás asesinarían a un miembro del gobierno, como suelen hacerlo muchos grupos criminales. Incluso en las raras ocasiones en que se ven obligados a cometer un crimen violento, algún miembro del clan yakuza se hará responsable del mismo para evitar que las autoridades policiales se expongan al desprestigio al no poder hallar al culpable.

En sus filas aceptan a miembros no japoneses, usualmente chinos, coreanos o vietnamitas, en este sentido se diferencian de los grupos criminales italianos que sólo aceptan a los nacidos en su propia región (por ejemplo: para alcanzar la condición de “hombre de honor”, es necesario ser siciliano de nacimiento).

Los yakuza constituyen un estamento social diferenciado en el Japón. La sociedad japonesa los considera como parias, y ellos suelen complacerse con le papel que les adjudican. Los yakuzas suelen considerarse a sí mismos como condenados. Se sienten como auténticos herederos de la tradición samurái, como una suerte de héroes en un microcosmos cerrado.

En opinión del experto francés Jean-Franҫois Gayraud: “Aún en nuestros días, los yakuza gozan de una gran tolerancia y de una perfecta visibilidad social. Están establecidos bajo la forma de asociación o empresa, y tienen domicilio social, tarjetas de visita, logotipos, chapas (pins) y revistas. Sus miembros patrullan las calles a la vista de todos, vestidos con las camisetas identificativas de su banda. Se acepta su presencia  como un elemento normal y permanente, como la expresión de la marginalidad inherente a la vida social. Todo bien implica la existencia de un mal. Y ese mal necesario pretende estar al servicio del bien. El <continente negro> -sobrenombre de los yakuza- se consideran la sombra que la sociedad proyecta.”[i]

Es decir, que la yakuza es un grupo criminal perfectamente adaptado a la cultura e idiosincrasia japonesa.

EL ORIGEN DEL NOMBRE

          El nombre “yakuza” tiene un origen muy curioso, ligado a las primeras organizaciones criminales que controlaban el juego en Japón.  Uno de los juegos de naipes más extendidos se denomina “Oicho-Kabu”, es similar a los juegos occidentales como el blackjack o el bacarat. Usualmente puede jugarse con diecinueve naipes del tipo kabufuda, naipes de flores del tipo hanafuda del cual se descartan los dos últimos meses o incluso con naipes occidentales si se retiran los comodines y los ases se computan como “uno”.

Cada jugador recibe tres naipes, y el último dígito de la cifra total será la puntuación de la mano; por tanto, si la mano del jugador es 20 -el punto más bajo-, el total será cero. El objetivo del juego es que el triunfador sume “nueve” puntos con sus tres naipes. Una de las malas combinaciones es la secuencia de 8, 9 y 3; números que en japonés se pronuncian “ya”, “ku”, “za”. El nombre de esta combinación perdedora cobró gran popularidad entre los criminales japoneses que terminaron por utilizarla para referirse a sí mismos.

LA TRADICIÓN SAMURAI

            Para comprender mejor el fenómeno criminal de la yakuza es conveniente tener presentes algunos datos de la historia japonesa. En el año 794 se estableció la capital de Japón en el área que hoy ocupa Kioto. En esa época el budismo esotérico de las sectas Tendai y Shingon se hizo muy popular y los aristócratas buscaron la “salvación” a través de ceremonias y ritos. Se produjo una sofisticación de la cultura japonesa, que hasta ese entonces se manejaba con la escritura ideográfica china, teniendo como eje central a la corte imperial. Hubo un avance literario sorprendente con la creación del kana, una escritura silábica que se ajustaba a la fonética japonesa.

            En el campo militar, hacia el año 860 se pudo apreciar la aparición de un cuerpo militar con todas las características de los futuros guerreros samuráis, jinetes a caballo diestros en el uso del arco, además del empleo de las espadas de hojas curvas: katanas. Estos militares a caballo gozaban de total confianza del “Trono del Crisantemo” y se encargaban de la seguridad de las ciudades así como de luchar contra las revueltas que se produjeran.

            Por ese entonces, comenzó un proceso de descentralización del gobierno que llevó a que la administración local enfrentara dificultades especialmente en el campo de la seguridad. Durante el siglo IX, Japón sufrió un grave declive económico a consecuencia de plagas y diversas hambrunas. A principios del siglo X, se produjeron numerosos disturbios, desórdenes y rebeliones debido a la situación que se vivía. El gobierno tomó la decisión de conceder amplios poderes a los gobernadores locales para reclutar tropas de guerreros: jinetes hábiles en el empleo de las katanas y arcos. Es en esta época que comienza a emplearse la palabra “samuráis”, “aquellos que sirven”, en un contexto meramente militar. Hacia el año 935 estos guerreros comenzaron a transformarse en una suerte de aristocracia local.

            Luego en forma gradual, algunos aristócratas que no pudieron obtener altos cargos en el gobierno emigraron a las provincias y asumieron el liderazgo sobre los guerreros samuráis locales, sobresaliendo el clan Taira y el clan Minamoto; de igual manera, en la capital el clan Fujiwara empleo a estos guerreros como guardia personal y en los templos budistas existían monjes armados que  protegían sus propiedades.

            Varios siglos después durante el período Edo, también conocido como período Tokugawa, que abarca entre los años 1603 y 1868, se consolidó la estructura social en tres estamentos: el estamento gobernante samurái, el agrícola y el ciudadano (artesanos, mercaderes y comerciantes. Los samuráis se organizaron y desarrollaron un sistema administrativo eficiente y legal, así como avanzaron en varios campos de la erudición.

            Al inicio de ese período, debido a la prosperidad y estabilidad que siguió a las incontables guerras civiles de la época precedente, algunos señores feudales, daimyros, comenzaron a reducir el número de samuráis a su servicio. Aproximadamente, medio millón de estos guerreros expertos en el arte de guerra de vieron privados de su empleo.

            Los más afortunados se transformaron en comerciantes en ciudades como Osaka, Nagoya y  Edo, la antigua Tokio. Otros se transformaron en funcionarios, filósofos, literatos, jugadores o actores ambulantes. Pero otros no tuvieron tanta suerte, estos samuráis sin empleo comenzaron a deambular sin hogar y se convirtieron en ronin (mercernarios) vendiendo su espada al mejor postor.

            Pronto de dio a estos guerreros sin amo el nombre de “kabuki-mono” (locos), denominación que prosperó entre las autoridades locales. Su extraño estilo de vestir y particular corte de cabello, así como su comportamiento violento, grosero y desconsiderado, unido al hecho de que portaban peligrosas katanas, llamaba la atención y despertaba el temor de todos los pobladores  que se cruzaban con ellos.

            Muchos guerreros se transformaron en bandidos, los “hatamoto-yakko”, en bandas saquearon ciudades y aldeas por todo el Japón. Forzados por la necesidad se organizaron en familias y clanes para controlar territorios. En esta forma evolucionaron como organizaciones criminales dedicadas inicialmente a actividades tales como la prostitución, el juego clandestino y la mikajine (extorsión).

            Los kabuki-mono solían agredir sin provocación ni motivo a las personas sembrando el pánico entre los aldeanos y comerciantes. Los yakuza actuales, sin embargo, no quieren reconocer a los kabuki-mono como sus antepasados, prefieren considerarse como descendientes de los machi-yakko (servidores de la ciudad). Estos samuráis mercenarios se convirtieron en defensores de las ciudades contra los ataques de los hatamoto-yakko. Naturalmente, estas milicias populares,  no tardaron en transformarse en pequeños feudos organizados jerárquicamente, tomando a su vez el control de las actividades criminales en el lugar. Al poco tiempo, los ronin controlaban la mayoría de los negocios ilegales en Japón.

NACIMIENTO DE LA YAKUZA

            Hacia el 1689, el shogunato Tokugawa reprimió a los hatamoto-yakko y prohibió el juego. Pronto los ronin se mezclaron con otros elementos marginales, tales como los “bakutos” -tahures- y “tekiyas” –vendedores callejeros-. Ambos grupos tenían distintas costumbres y características, y en razón de ello, la policía japonesa continúa clasificando a los miembros de la yakuza en una u otra categoría, pero tanto unos como otros reclutaban sus elementos entre los pobres, los siervos sin tierra y los delincuentes e inadaptados existentes en todas las sociedades.

Los “bakuto” eran bandas organizadas de jugadores profesionales muy disciplinados, que fueron degenerando progresivamente con la incorporación de inadaptados y timadores en grupos claramente delictivos. No sólo aportaron al hampa del país la tradición del juego, sino también la costumbre de cercenarse los dedos y el uso por primera vez de la palabra yakuza.

Los “tekiya” también eran bandas organizadas, pero de vendedores callejeros que mentían sobre la calidad de sus productos y ejercían su dominio sobre los puestos ambulantes que se instalaban en ferias de mercaderes levantadas en torno a los templos y lugares santos. Los “tekiya” tenían y siguen teniendo una merecida reputación de vender mercancías de mala calidad y de engañar al cliente, poseyendo un amplio y probado repertorio de técnicas para estafar. Estos grupos solían acoger en su amplia red a delincuentes prófugos de la ley, a quienes cobraban por su protección frente a las autoridades.

          En el año 1867, hacia el fin de la Era Tokugawa, los mafiosos comenzaron a extender sus actividades por todo el territorio japonés y establecieron conexiones con  grupos ultranacionalistas -que perduran en la actualidad- e influyentes políticos que utilizaron a la yakuza para sus propios fines. Como cuando, en 1895, miembros de la yakuza asesinaron a la reina de Corea para desestabilizar el país y permitir la invasión por parte de tropas japonesas y su anexión como colonia del Japón hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Precisamente, fue la aparición del “mercado negro” originado por la  guerra con China y la Segunda Guerra Mundial lo que permitió a la yakuza extender sus actividades sobre la industria naviera y de la construcción. Al término de la Segunda Guerra Mundial hicieron su aparición en el Japón de la ocupación, los gurentai, mafiosos de estilo estadounidense que despreciaban la tradición yakuza y que combatían con ellos. Los gurentai eran obreros desempleados por el cierre de las fábricas y estudiantes que se vieron forzados a dejar sus estudios. Solían vestirse a la usanza occidental (trajes negros, gafas con cristales espejados y sombreros), se desplazaban en lujosas limusinas negras y preferían la metralleta a la katana. Los gurentai eran muy activos en el mercado negro y el tráfico de drogas por lo que pronto entraron en conflicto con los yakuza.

Pese a los enfrentamientos frecuentes, los gurentai sobrevivieron unos veinte años, luego, gradualmente, fueron absorbidos por las familias yakuza.

En la posguerra, los yakuza incrementaron su accionar con el comercio de estupefacientes -que habían iniciado durante la guerra con el robo de anfetaminas de los almacenes militares-, la prostitución y los deportes de masas -desde el sumo al beisbol-, los espectáculos, teatros, locales nocturnos, etc.

LA ESTRUCTURA DE LA YAKUZA

          Desde entonces la yakuza ha continuado expandiendo su poder e influencia, integrándose al tejido social japonés lo que dificulta el accionar de las autoridades. Actualmente se encuentra dividida en veinticinco grandes clanes que agrupan a unos tres mil kumi –grupos- o ikka –familias- a cuyo frente se encuentra un oyabun y reúnen a ochenta y cinco mil kumi-in (miembros).

Los veinticinco clanes son:

DENOMINACIÓN DEL CLAN
REGIÓN DE INFLUENCIA
Yamaguchi-gumi
Kobe
Inagawa-kai
Tokio
Sumiyoshi-kai
Tokio
Kudo-kai
Fukuoka
Kyokuryu-kai
Okinawa
Okinawa Kyokuryu-kai
Okinawa
Aizu-kotetsu-kai
Kioto
Yamano-kai
Kumamoto
Taishu-kai
Fukuoka
Kyokuto Sakuri Soke Rengokai
Shizuoka
Azuma-gumi
Osaka
Kokusui-kai
Tokio
Fukuhaku-kai
Fukuoka
Kyosei-kai
Hiroshima
Goda-ikka
Yamaguchi
Kozakura-ikka
Kagoshima
Asano-gumi
Okayama
Dojin-kai
Fukuoka
Shinwa-kai
Fukuoka
Soai-kai
Chiba
Kyodo-kai
Hirsohima
Sakaume-gumi
Osaka
Kyokuto-kai
Tokio
Matsuba-kai
Tokio
Nakano-kai
Osaka

No obstante, tres grandes organizaciones perfectamente identificadas nuclean al setenta por ciento de los yakuzas.

La poderosísima "Yamaguchi-gumi", cuyo territorio es Kobe, región de Kansai integrada por unos 40.000 miembros y especializada en la especulación bursátil e inmobiliaria con el nombre de “Corporación Yamaki”, se hizo particularmente conocida por varios escándalos que abarcaron a los últimos gobiernos japoneses. Esta organización es considerada por la Interpol como la más violenta dentro del crimen organizado japonés. Según las autoridades japonesas este clan tiene presencia en 43 de las 47 prefecturas del país.

La "Inagawa-kay", controla la región de Kanto, con sede en Atami, a unos ochenta kilómetros de Tokio. Fue fundada por Inagawa Yuko. Agrupa a   unos 9.700 kimi-in (miembros), y esta presente en 21 prefecturas.

La "Sumiyoshi-kay", cuya sede se encuentra en la región de Kanto, Tokio, con base en el barrio de Akasaka. con doce mil trescientos kumi-in, esta presente en 18 prefecturas del país. Sus negocios tradicionales: extorsión, prostitución, tráfico de drogas y, en la última década, el lavado de dinero.

El poder económico de las tres principales ramas del "Yakuza" es fabuloso: se estima que los ingresos globales anuales son del orden de los 10.000 millones de dólares

El gobierno japonés calcula que, la "Yakuza" en total involucra a unas  100.000 personas de las cuales un 15% son de origen coreano. En las últimas décadas la Yakuza se ha dedicado especialmente a la especulación inmobiliaria y financiera y a la legalización de activos financieros de dudoso origen, además de las actividades delictivas tradicionales. Jake Adelstein, un periodista estadounidense experto en el seguimiento de las actividades del crimen organizado, estima que los yakuza controlan entre el tres y cuatro por ciento del negocio de la construcción en Japón.

Aunque la “Yakuza” no ha alcanzado en sus actividades la misma dispersión geográfica que las Triadas, en los últimos años, varios gobiernos han expresado su preocupación por la expansión de la "Yakuza" a otros país de la cuenca del Pacífico, particularmente los Estados Unidos -donde incrementaron sus actividades a partir de la década de los años setenta, en especial en la ciudad de Los Ángeles y el estado de California-, Australia y la región del Sudeste Asiático.

Por último, resulta de interés detallar algunos aspectos particulares de esta organización criminal tal como las detalla Otin del Castillo. En el mundo de la yakuza, todo gira alrededor de una peculiar relación de la cultura japonesa conocida como “oyabun - kobun” -condición de padre y condición de hijo- El “Oyabun” presta consejo, protección y ayuda, y recibe a cambio la firme lealtad y el servicio de “kobun” siempre que lo necesite.

Así lo explica Masatoshi Kumagai, uno de los directores de la poderosa Inagawa-kai: “Todo se basa en la relación oyabum –kobun, o sea, maestro discípulo. Es un concepto que apenas utilizan más que los yakuza, pero que antes regía la sociedad tradicional, incluso las empresas. El clan de los yakuza  es un calco del modelo familiar. Yo soy el padre, y los miembros son mis hijos. Cuando un nuevo recluta termina su aprendizaje y se convierte en miembro de pleno derecho, compartimos una copa de sake para simbolizar los lazos que nos mantienen unidos. Me debe obediencia y yo le debo ayuda. La ceremonia se llama sakazuki. En Tokio se practica menos que en provincias, donde el rito se lleva a cabo siempre. Yo no la había celebrado con ninguno de mis kobun hasta febrero de 2004, fecha en la que organicé una. Era más bien para rendir homenaje a dos de mis hombres que habían pasado mucho tiempo encarcelados. Pero hicimos una versión reducida de veinte minutos en lugar de los noventa habituales.”[ii]

Para organizarlo el oyabun recurrió a especialistas tekiya. Esa misma mañana el maestro de ceremonias acudió a un templo sintoísta para bendecir el sake que se iba a utilizar. También fue a comprar doradas al mercado de pescado de Tsukiji, el más grande del mundo. Después preparó la sala y el pequeño altar sintoísta, y los decoró, probó el sake y explicó la ceremonia que iban a protagonizar. Los diálogos y las reglas son siempre los mismos. Los dos protagonistas –el oyabun y el kobun- siguen el ritual de la ceremonia de rodillas y vestidos con kimono. Se disponen los ingredientes (la copa de sake, el opescado, etc.) en una mesa baja. Concluidos diversos aspectos del ritual (se colocan los pescados vientre contra vientre, se llena la copa de sake con dos botellas distintas, etc.), el oyabun moja los labios en la copa y los devuelve al maestro de ceremonias, que le pregunta si puede rellenarla de sake. El jefe le contesta que lo haga hasta el borde. Acto seguido el especialista la tiende al kobun y le indica que debe beberla en tres tragos y medio. Este último lo lleva a cabo, y en el último trago apura el líquido hasta la última gota. Solo falta que el maestro de ceremonias le recuerde sus obligaciones ante su oyabun y su familia. Ahora ya es kobun.

Esta institución es fiel reflejo de la familia tradicional japonesa de la sociedad feudal del siglo XVIII, en la que la prepotencia del padre era incuestionable, y fue heredada por la yakuza, a la que dotó de gran fuerza y cohesión, llegando incluso a la devoción fanática del cabecilla. En la actualidad, y a pesar de la evolución de los tiempos modernos, dicha relación continúa fomentando la lealtad, la obediencia y la confianza, en una medida desconocida por otras organizaciones criminales como la mafia italoamericana, exceptuando a los parientes consanguíneos más próximos.

El organigrama de una ikka o familia es el siguiente:


Kumicho: jefe de familia.

Kumicho daiko: subdirector o sustituto.

Kashira: número dos de la familia. Jefe de los wakashu (hermanos menores).

Hunbocho: jefe de despacho o director general.

Sochikiincho: jefe de la organización responsable del territorio y de la guerra.

Jimukyokucho: jefe del secretariado.

Kumi-in: miembros.

Jun-kosei-in: aprendices.

Todos los integrantes del clan ingresan en la categoría de “Jun-kosei-in” y permanecen en esa jerarquía durante varios años hasta que demuestran su absoluta fidelidad a la yakuza y a su “oyabun”. En un principio, los aprendices realizan tareas domésticas, como atender a los huéspedes, el teléfono, cocinar, hacer la limpieza, etc. Es muy frecuente que se obligue al aprendiz a llevar en forma permanente un radiomensaje para ubicarlo en todo momento. No concurrir en caso de una emergencia puede significar para el aprendiz ser sancionado con el “yubitsume”.

El jun-kosei-in sólo adquiere su plena condición de yakuza después de haber dado muestras de obediencia ciega y sacrificio personal, ofreciéndose incluso, si es necesario, como falso culpable para evitar que el “oyabun” sea encarcelado. De hecho, prácticamente todos los yakuza han pasado entre cinco y quince años de su vida en la cárcel, muchos de ellos purgando crímenes que otros cometieron en cumplimiento de las ordenes de su clan. Esta práctica dificulta que las autoridades puedan llegar hasta los “oyabunes”, quienes aunque son claramente conocidos suelen carecer de antecedentes penales.

Si se intentase determinar el “perfil” de un aprendiz de yakuza podría decirse que posee escaso nivel educativo, se encuentra entre los diecinueve y veinte años de edad y vive sólo al momento de incorporarse al clan. Por lo general provienen de hogares destruidos y, una tercera parte, han pasado por bandas juveniles. Su falta de preparación educativa los ha marginado del altamente competitivo mercado laboral japonés y son la “carne de cañón” ideal para las organizaciones criminales.

La yakuza también suele incorporar a sus filas una tercera parte de inmigrantes chinos, taiwaneses y coreanos, que sufren la marginación y xenofobia de la sociedad japonesa. Para todos estos elementos marginados de la sociedad la yakuza constituye muchas veces un canal -el único a su alcance- de ascenso social.

No puede sorprender entonces que los miembros de la yakuza exhiban con ostentación y fanatismo su pertenencia a la organización. Al punto tal que en los años sesenta, cuando los yakuza comenzaron a arribar a Hawai, la policía podía reconocerlos fácilmente por su manera arrogante de caminar, que contrastaba con el andar del japonés corriente.

Demás está decir que como todo miembro del crimen organizado, sea del país y origen étnico que sea, adoran la ostentación, no pretenden ocultar su accionar o su presencia sino intimidar a sus víctimas y eventuales oponentes, para ello eligen las ropas costosas de marcas internacionales y los coches lujosos  para mostrar sin recato su poder.  Es decir, nada nuevo bajo el sol.

Los principios fundamentales que rigen la vida del grupo, heredados de los antiguos “bakutos” y “tekiyas”, y que forman el sistema Sempai-kõhai,  son los siguientes:

·      Nunca se revelarán los secretos de la sociedad.

·      Nunca se agraviará a la familia de otro miembro.

·      No se retendrá el dinero del grupo.

·      Se guardará obediencia a los superiores.

·      No se recurrirá nunca a la policía ni a la justicia.

Hasta no hace muchos años también existía la prohibición del consumo y tráfico de drogas, pero este principio “moral” cedió paso a la poderosa atracción del dólar americano, ya que, como hemos visto, actualmente esta actividad es uno de sus más lucrativos negocios.

Otros medios para garantizar la cohesión del grupo son los ritos: el iniciático -ceremonia de iniciación consistente en el intercambio de tazas de sake, para recibir a los nuevos miembros- o el tatuaje, característico de los yakuza. Su uso se difundió ampliamente en la época feudal, siendo en su origen una señal de castigo impuesta por las autoridades a los delincuentes -por cada delito se tatuaba al infractor un anillo de color negro alrededor de un brazo-, que tiene también su vertiente honrosa; el método tradicional de tatuaje es muy doloroso y lleva mucho tiempo, por ello el tatuaje corporal completo se convirtió en prueba de fuerza, coraje, resistencia y virilidad que los yakuza adoptaron para demostrar al mundo que poseen dichas cualidades.

Por otra parte, el tatuaje corporal completo implica un compromiso de pertenencia con la organización que prácticamente solo puede romper la muerte del individuo. Al mismo tiempo, el tatuaje es una debilidad frente a las autoridades que pueden constar de forma terminante la pertenencia de un individuo a la yakuza.

Curiosamente una organización creada para violar las leyes de la comunidad ha decidido organizarse conforme a un estricto código de conducta cuya violación puede ser penada con mutilaciones e incluso con la muerte. Las penas que suelen aplicarse por graves violaciones a las normas de la yakuza van desde el “yubitsume” a la expulsión o la muerte.

El “yubitsume” es una ceremonia muy particular consistente en una mutilación ritual que por su carácter cruento ha impresionado en Occidente haciendo de ella un clásico -junto con los combates de artes marciales y con espadas- en las obras cinematográficas y literarias que tratan el tema de crimen organizado en Japón. Ampliamente reproducida en el cine y la literatura occidental. 

En el “yubitsume”, se cercena la falange superior del dedo meñique del transgresor. Antiguamente esta amputación iba más allá del ritual y tenía propósitos concretos. El mutilado perdía firmeza al empuñar la espada y por lo tanto se encontraba en inferioridad de condiciones para el combate y se hacía más dependiente de la protección del clan.

Cuando el ritual lo realiza el mismo transgresor con el propósito de disculpar una falla o error cometido, el mismo envuelve la falange seccionada en un lienzo y la ofrece solemnemente al líder del clan o “oyabun”. Generalmente, éste la acepta, pues es considerado un acto muy honroso. Al punto tal que aún en la actualidad muchos clanes conservan en un lugar destacado las ofrendas recibidas por el “oyabun”.

            Si el sujeto comete nuevas faltas, es posible que se le ampute la segunda falange del mismo dedo o la primera de otro. Este rito suele preceder a la expulsión y es el último castigo que impone el grupo.

          Precisamente la expulsión es la máxima sanción a excepción, claro está, de la muerte. Siguiendo una antigua tradición, tras la exclusión del infractor, el clan envía postales por correo ordinario, las “Hamonjyo”, al resto de los clanes de la yakuza comunicándoles oficialmente la expulsión y solicitando se interrumpan todos los contactos con el antiguo miembro.

CONCLUSIONES

-       La yakuza es un grupo criminal que actúa en forma semipública perfectamente adaptado a los imperativos culturales y sociales de Japón.

      -       Los actuales yakuza han surgido de la combinación de distintos elementos   marginales tales como los antiguos ronin (samurái sin daimyro), bakutos –jugadores- y teyikas –vendedores callejeros-.

-       La yakuza se apoya en valores, tradiciones y prácticas heredadas del Japón feudal en especial del período Edo (1603 – 1868).

-       La yakuza se basa en la tradición sempai-kõai. La relación del maestro con su aprendiz: oyabun – kobun. Una tradición similar al pacto de vasallaje de la Europa Medieval.

-       Está conformada por 25 grandes clanes, que agrupan a unas 3.000 ikka –familias- integradas por unos 100.000 miembros o kumi-in.



[i] GAYRAUD, Jean-Franҫois: El G-9 de las mafias del mundo. Tendencias Editores. Barcelona 2007. Ps. 122.
[ii] PIERRAT, Jerõme y Alexandre SARGOS: YAKUZA. Una investigación sobre la mafia japonesa. Ed. Océano. Madrid. 2005, p. 27.

miércoles, 6 de junio de 2012


EN TORNO A LA CIENCIA DE LA SEGURIDAD

Por el Prof. Dr. Adalberto C. Agozino

En las últimas décadas las actividades vinculadas con la seguridad se han profesionalizado y alcanzado nivel universitario. Sin embargo, todavía no existe un cuerpo teórico sobre la seguridad que acompañe esa evolución. En el presente artículo pretendemos aportar algunas ideas en permitan avanzar en este sentido
EL CONCEPTO DE SEGURIDAD


Para avanzar en la construcción de una teoría de la seguridad debemos comenzar por esclarecer que entendemos por seguridad y cuales son sus campos de acción.

El término castellano seguridad proviene etimológicamente del vocablo latino secur – tas, el cual deriva del securus –de secura-, formado a partir de sine (que significa sin) y cura (cuidado, ansiedad, esfuerzo, preocupación).Etimológicamente significaríaestar libre de cuidados.

En inglés, la palabra safety tiene un significado similar al de security. Amas se emplean para referirse ala ausencia de peligro o riesgo. Sin embargo, safety tiene otras connotaciones vinculadas con el estado físico, por ejemplo, ausencia de lesiones, la seguridad del cuerpo y de los bienes.

La seguridad ha sido definida de diversas formas. Por ejemplo, el Diccionario de Seguridad Metis proporciona varias de estas definiciones:



Ø  “Estado, actitud, método, actividad, cultura y conducta, que producen un efecto de paz, tranquilidad y orden.”

Ø  “Conjunto de medidas contra actos indeseables que trata de salvaguardar a la comunidad, al individuo y sus bienes.”

Ø  “Sistema de combinación de métodos, procedimientos, técnicas y elementos (físicos, lógicos y psicológicos) diseñados para disuadir, detectar, denegar, demorar, aceptar o reaccionar con respecto a la amenaza.”

Ø  “La situación ambiental mediante la cual la integridad moral, social, física y psicológica de las personas, las instalaciones y su patrimonio, se encuentra cubierta o a salvo de inferencias o perturbaciones (riesgos) sustanciales, de carácter natural, accidental, circunstancial o intencional.[1]

 Nosotros preferimos definir a la seguridad como una situación en las cuales las personas, sus derechos y sus bienes se encuentran a resguardo de los daños que pueden ocasionar las conductas dolosas o culposas de otras personas o ciertos eventos de la naturaleza.

En esta forma descartamos totalmente las interpretaciones que hacen de la seguridad una sensación o percepción de la gente o un estado de la opinión pública generado por los medios de información al dar una difusión excesiva o distorsionada a ciertos delictivos o de violencia. Para refutar esta interpretación basta revisar las estadísticas criminales y los denominados “mapas del delito” para observar que los índices de criminalidad varían de un continente a otro, que la cantidad de asesinatos cada diez mil habitantes son distintos de un país a otro, que es más probable morir en forma violenta en Ciudad Juárez o Caracas que Brasilia o Santiago de Chile o que la cantidad de robos y asesinatos son mayores en ciertos barrios marginales que en desarrollos inmobiliarios cerrados dotados de vigilancia armada.

Si bien no descartamos la existencia de un factor psicológico que hace algunas personas sentirse más seguras o menos seguras en determinados momentos, afirmamos que la seguridad es una situación donde alguien o algo se encuentran relativamente protegidos de amenazas o riesgos y que la eficacia de esa protección puede ser evaluada mediante diversos procedimientos. En otras palabras la seguridad no es un estado subjetivo sino una situación objetiva.

CLASIFICACIÓN DE LA SEGURIDAD

Si bien la seguridad es una totalidad sus actividades suelen desdoblarse en función de factores tales como la naturaleza jurídica de la persona o personas que desarrollan las actividades de protección o del tipo de bienes o actividades protegidos.

Clasificación de la seguridad en función del prestador

a)    Seguridad Pública:

Hablamos de Seguridad Pública cuando las tareas de protección están en manos exclusivas del Estado y de funcionarios públicos que se desempeñan en agencias de aplicación de la ley y el poder judicial.

El Diccionario de Seguridad Metis, define a la seguridad pública diciendo que “su función, como uno de los poderes inherentes al Estado, es la de conservar el orden público, la vida, la libertad y los bienes de los ciudadanos sin rebasar la norma dentro del marco de la ley. Esta constituida por los organismos establecidos en Constitución y las leyes, que incluyen a las fuerzas del orden, la justicia y los cuerpos de investigación quienes con actitud mesurada y en colaboración, armónica evitan los estímulos  al crimen.

La seguridad pública tiene por eje central a las funciones llevadas a cabo los servicios de policía. Así pueden identificarse

-       Actividades de prevención de ilícitos:

Comprenden un conjunto de acciones proactivas destinadas a impedir la materialización de actos delictivos anticipándose a la materialización de los mismos.
   
      -       Actividades de investigación judicial:

Comprenden un conjunto de acciones reactivas destinadas a la identificación de los autores de un delito que se ha materializado y del cual se ignora quienes son los autores y cual ha sido el grado de participación en el hecho a los efectos de ponerlos a disposición de la justicia.

-       Actividades de contralor contravencional:

Comprende las acciones que no están directamente vinculadas con el delito sino con el cumplimiento de ordenanzas municipales, la aplicación de normas de tránsito y otras regulaciones que hacen al ordenamiento de la vida social. Las violaciones a este tipo de ordenanzas no constituyen delitos sino tan solo contravenciones. Aunque, una contravención puede ocasionar al responsable sanciones de multa, clausura, inhabilitación y hasta la detención por corto tiempo en establecimientos penales.

De acuerdo con la cultural de seguridad que ha desarrollado una determinada sociedad a través de su historia, estas actividades son monopolizadas por una sola agencia policial o se distribuyen en diversos organismos estatales o locales.

En el primer caso estaríamos en presencia de una organización policial basada en la aplicación del denominado “modelo napoleónico”, creado a partir de la Gendarmería francesa, en 1791. Este modelo de manera esquemática, se caracteriza por la existencia de una estructura militar, centralizada y extendida por todo el territorio nacional en forma de una red al servicio del gobierno central. De suerte que la policía estatal nacional monopoliza el ochenta por ciento de las funciones de seguridad dejando tan sólo un veinte por ciento de esas funciones para los cuerpos policiales locales.

En los países donde se aplica esta modelo organizacional de la seguridad se otorga mayor importancia a la represión del delito, y por tanto, se asume un accionar reactivo. En Argentina la existencia de cuerpos de seguridad como la Gendarmería Nacional o la Policía Federal Argentina responden a este modelo.

En todo el mundo el modelo napoleónico se encuentra en franca revisión tanto por las transformaciones sociales que se han producido desde el siglo XIX, como por la estatización, el gigantismo y la burocratización que ha provocado en los cuerpos policiales, hasta el punto de hacerlos inadecuados para las soluciones que en materia de seguridad pública demandan las sociedades actuales.

En la actualidad, la mayoría de los países de mayor desarrollo prefieren distribuir las distintas funciones policiales en cuerpos de menores dimensiones especializados en un tipo específico de funciones y dar mayor responsabilidad a los cuerpos locales en el mantenimiento de la seguridad. En estos países encontramos que las funciones de  seguridad se encuentran desdobladas en diversos organismos.

Las tareas de prevención del delito aplicando medidas proactivas suele mantenerse en manos de fuerzas nacionales de estructura militarizada como los Carabineros de Chile, la Guardia Civil española, Carabinieri de Italia, Gendarmería Fía Francesa o incluso la Policía Federal de Brasil. Por  lo general se trata de las llamadas “fuerzas intermedias” de seguridad que combinanla organización militar con las funciones policiales.

Las acciones vinculadas con la investigación criminal, por el contrario, suelen asignarse a agencias de aplicación de la ley donde imperan normas disciplinarias y organizacionales menos rígidas, donde el énfasis se sitúa en la flexibilidad del personal para adaptarse a las funciones de policía científica y a una estrecha colaboración con el aparato judicial. En general se trata de cuerpos de policía civil que desarrolla actividades reactivas frente al delito. Como ejemplo de este tipo de agencias cabe citar, entre otras, a la Policía de Investigaciones de Chile y las diversas policías civiles de Brasil.

El contralor contravencional suele asignarse a cuerpos de policía comunal o municipal con la misión de aplicar las regulaciones locales. En la mayoría de estos cuerpos policiales, los funcionarios no portan armas y en los casos que pueden involucrar violencia o peligro suelen requerir el auxilio de personal armado perteneciente a otras agencias policiales.

En la última década, algunos teóricos  ha comenzado a cuestionar la denominación de la expresión “seguridad pública” prefiriendo denominaciones alternativas como “seguridad ciudadana” o “seguridad humana”. Por lo cual nos parece oportuno hacer algunas referencias a esos conceptos.

SEGURIDAD CIUDADANA:

La seguridad ciudadana se basa en la participación de la comunidad en la solución de sus problemas de seguridad a través de la implementación de acciones concretas. En esta concepción la responsabilidad en la formulación de las políticas públicas de seguridad se desplaza del Estado a la comunidad.
 
Según el comisario general Adrián Juan Pelacchi es: “Un reconocimiento en la filosofía, misión y estructura organizativa que se apoya en las necesidades y los intereses de la comunidad y que busca servir dentro de la capacidad y recursos de las fuerzas policiales para cubrir esas necesidades. Se requiere un compromiso de consulta permanente con el público, que es el fundamento sobre el cual se basa el avanzado proceso de planificación y sobre el que se miden las subsiguientes revisiones de desempeño y responsabilidad.”[2]

El Diccionario de Seguridad define a la seguridad ciudadana como la “práctica racional cuya misión es la fraternidad, buena voluntad y la colaboración que acompaña el espíritu solidario de los ciudadanos. Equivale a asociaciones “parapoliciales” constituidas en un esfuerzo por compensar la insuficiencia de la seguridad pública para defensa de los bienes individuales y comunales contra las amenazas delincuenciales, o en auxilio en casos de urgencia o calamidad pública. Propende por la desaparición del peligro y la consolidación de un estado de tranquilidad y autonomía en el ejercicio de los derechos, deberes y libertades, dentro del orden legal lo que en suma significa ‘orden ciudadano’. Como lo señala la socióloga española Anna Alabart, es el “ejercicio por parte de los ciudadanos de sus derechos y libertades, lo cual se consigue demandando y obteniendo del Estado las garantías de una convivencia pacífica”.

SEGURIDAD HUMANA

La seguridad humana se desarrolla como un concepto integral de seguridad. Mientras la noción de seguridad pública apunta principalmente a la seguridad del Estado, la seguridad humana se centra en el usuario final de la seguridad el ser humano. Por lo tanto, en el concepto de seguridad humana no es suficiente proteger al Estado para proteger al ser humano, es necesario también incorporar resguardos que protejan al ser humano de abusos por parte del Estado.

Uno de los puntos de partida en la consideración de la seguridad humana fue el “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD-“, a través del Informe sobre el Desarrollo Humano de 1994. A partir de allí una corriente de pensamiento comenzó a considerar que el objeto de la ciencia de la seguridad es la seguridad de las personas en sus vidas cotidianas, que se alcanza mediante el desarrollo humano y no mediante las estructuras tradicionales de seguridad.

En esta visión, los logros en materia de desarrollo humano permiten consolidar la seguridad humana, en tanto que el fracaso de tal desarrollo humano genera privación, hambre, tensiones étnicas, etc., y por tanto inseguridad y violencia. Por su parte, una mejora de la seguridad humana repercute favorablemente en el desarrollo.

Ante las nuevas amenazas, la visión tradicional de la seguridad pública basada en el control territorial, el empleo de las fuerzas armadas y de seguridad en conflictos convencionales vinculados con la supervivencia del Estado pierde vigencia. Frente a una concepción defensiva y limitada, el nuevo concepto de seguridad humana adquiere un carácter integrador y globalizador.

La seguridad humana no se basa en la eficacia de las fuerzas de seguridad sino en la satisfacción de las necesidades básicas de la población mediante la participación solidaria de todos los beneficiarios del desarrollo. En definitiva, puede decirse que el eje de la seguridad ha cambiado del control del territorio hacia la satisfacción de las necesidades de las personas. En consecuencia, frente a la visión tradicional centrada en la disuasión y el conflicto, se revaloriza la cooperación para el desarrollo internacional como vía para alcanzar la seguridad.

La seguridad humana tiene dos dimensiones básicas: la libertad respecto a las necesidades básicas y la libertad respecto al miedo. Las amenazas a la seguridad humana pueden ser crónicas (hambre, enfermedad, represión, etc.) o pueden consistir en perturbaciones repentinas de la vida cotidiana, y pueden deberse a factores naturales o humanos. 

La seguridad humana implica un desafío importante, en la medida que requiere el empleo de análisis multidisciplinarios capaces de captar las causas complejas que determinan las condiciones de inseguridad de una persona. La seguridad deja de ser competencia exclusiva de la ciencia de la seguridad y entra en el campo de la economía, la ciencia política, la antropología o hasta de los enfoques de género.

Por otro lado, hablar de seguridad humana implica superar la visión etnocéntrica donde la preocupación principal se centraba en los problemas de seguridad de los países desarrollados del llamado primer mundo. La seguridad humana ofrece una concepción mucho más ajustada a la realidad de los países del Tercer Mundo. En muchos de estos países el Estado es una realidad débil, semifragmentada y carente de legitimidad, por lo que la seguridad de su territorialidad y soberanía puede tener poca vinculación con los intereses directos y cotidianos de sus ciudadanos acuciados por las carencias de sus necesidades básicas.

Hablar de seguridad humana, por lo tanto, plantea exigencias, objetivos y medios diferentes a los que se derivan meramente del concepto tradicional de seguridad. 

     b)    Seguridad Privada

Hablamos de seguridad privada cuando la protección es suministrada por entidades privadas (empresas, cooperativas u ONGs) sin la directa intervención del Estado. Normalmente las actividades de seguridad privada y sus prestadores son reglamentados y controlados por el Estado. Según el Diccionario de Seguridad es la “práctica racional de medidas activas y pasivas que por propia iniciativa toman los particulares con el fin de limitar o neutralizar la amenaza que pesa individualmente sobre ellos.”[3]

La seguridad privada suele circunscribirse a las siguientes actividades:

1.- Vigilancia Privada: Es la prestación de servicios que tiene como objetivo la seguridad de personas, bienes y actividades lícitas de cualquier naturaleza. Incluye además la actividad de seguridad, custodia o portería presentada en locales bailables, confiterías y todo otro lugar destinado a la recreación.

         2.- Custodias Personales: Consiste en el servicio, con carácter exclusivo, de acompañamiento, defensa y protección de personas determinadas.

3.- Custodias de Bienes o Valores: Es la actividad destinada a satisfacer requisitos de seguridad en edificios, casas centrales, agencias, sucursales, delegaciones, como así también en bancos, entidades financieras y el transporte de caudales, dinero, valores y mercaderías, realizados con medios propios o por terceros.

          4.- Investigación: Es la que procura información sobre hechos y actos públicos o privados requeridos por cualquier persona física o jurídica en salvaguarda de sus derechos e intereses legítimos. Las tareas de investigación privada podrán ejercerse para los ámbitos civil, comercial y laboral. Podrán actuar en la investigación de delitos solo a instancia de parte y con autorización de los legitimaos en el proceso penal.

         5.- Vigilancia con medios electrónicos, ópticos y electro ópticos: Comprende la comercialización, instalación y mantenimiento de equipos, dispositivos y sistemas de seguridad electrónica para la protección de bienes, personas y contra el fuego u otros siniestros y de sistemas de observación y registro, de imagen y audio así como la recepción, transmisión, vigilancia, verificación y registro de las señales y alarmas.”[4]

         c)    Seguridad Mixta:

Hablamos de seguridad mixta cuando las actividades de protección son ejecutadas en forma conjunta por funcionarios públicos y empleados de empresas privadas especializadas en la prestación de alguna modalidad particular de servicios de seguridad. Por ejemplo, los servicios de videovigilancia que contratan algunas ciudades para el control del delito o los casos o cuando se delega a empresas privadas el servicio de “fotomultas” para fiscalizar el parqueo ilegal de los automóviles en las ciudades. En algunos casos, el Estado incluso contrata a empresas privadas de seguridad para la protección de instalaciones públicas o en ocasión de eventos especiales tales como encuentros deportivos o recitales musicales.

Clasificación de la seguridad según el tipo de actividad

En función del campo de actividad al cual se aplican las medidas de protección suele clasificarse a la seguridad en categorías tales como:

a)    Seguridad Aeroportuaria:

Suele denominarse en esta forma a una dimensión específica de la seguridad pública, y comprende las acciones tendientes a resguardar y garantizar la seguridad interior en el ámbito jurisdiccional aeroportuario a través de la prevención, conjuración e investigación de los delitos e infracciones que estén previstos en el Código Aeronáutico y las demás leyes de la Nación.[5]

La seguridad aeroportuaria se ejerce sobre todas las áreas, sectores, personas y bienes de un aeropuerto

b)    Seguridad Bancaria:

Según el Diccionario de Seguridad “es la práctica de prevención y protección a las actividades del sistema bancario.”[6]

c)    Seguridad Personal:

Según el Diccionario de Seguridad “busca proveer la ausencia de temor mediante patrones individuales de percepción del peligro, adopción de conductas de prevención –previsión, predicción, preparación- ante los riesgos, medidas de protección –disuasión, reacción- frente a la amenaza o la incertidumbre y preservación –conservación de la vida o recuperación de la lesión- ante el ataque. Requiere una actitud de control de los propios instintos, de la incomodidad o de la adversidad, y un alto nivel de resilencia o capacidad del sistema individual para recuperarse una vez ha sido afectado por un evento.”[7]

d)    Seguridad Portuaria:

Según el Diccionario de Seguridad está conformada por las “prácticas preventivas de protección y preservación tanto de instalaciones fijas como de las naves, pasajeros, bodegas y servicios relacionados con la actividad portuaria.

e)    Seguridad Informática:

Es un campo de la seguridad que se vincula con la protección de la infraestructura computacional y todo lo vinculado con ésta –incluyendo la información contenida y los usuarios-.

Existen muchos otros campos de la seguridad además de los que hemos mencionado, como ser la seguridad frente a siniestros, seguridad en los transportes, seguridad geopolítica, etc.

¿HAY UNA CIENCIA DE LA SEGURIDAD?

En las últimas décadas, frente a la difusión de los estudios académicos referidos a la seguridad muchos expertos han comenzado a preguntarse si existe una “ciencia de la seguridad” independiente de otras disciplinas científicas o si la seguridad constituye tan sólo un campo especializado de otra ciencia, como podría ser la ciencia política o la sociología.

También suelen interrogarse acerca de si el estudio de la seguridad compete a una disciplina única o a un conjunto de disciplinas que comparten un mismo campo de investigación y reflexión epistemológico.

En este artículo trataremos de aportar algunos puntos de vista e idea que contribuyan a esclarecer este debate.

Comenzaremos por sostener que el estudio de la seguridad constituye un saber científico que integra el amplio espectro de las ciencias sociales. Resulta indiscutible que todos los fenómenos vinculados con la seguridad son en última instancia hechos sociales. Por lo tanto surgen de las relaciones sociales que mantienen los hombres entre sí. De hecho son relaciones sociales vinculadas con la protección frente a daños intencionales o no.

En las relaciones sociales que hacen a la seguridad alguien protege a otro que resulta protegido de las acciones perjudiciales, dolosas o culposas, de un tercero o de eventos dañinos provocados por la naturaleza. En conclusión, el campo del quehacer de seguridad se relaciona con la protección y lo protegido. Por lo cual podemos decir que la seguridad implica el desarrollo de conductas sociales vinculadas con la protección de las personas, sus bienes, sus derechos.

Cada ciencia puede definirse con referencia al método –un conjunto de procedimientos para el estudio sistemático de cierto tema- o al contenido –un conjunto de conocimientos verificados descubiertos con la ayuda de métodos científicos de estudio-.  Las ciencias sociales estudian al hombre y su conducta social. En cada caso puede de hablarse de ciencia en la medida en que se utilizan métodos científicos de estudio y se desarrolla un cuerpo de conocimientos ciertos, fundados en la investigación científica.[8]

En conclusión, las actividades vinculadas con la protección constituyen un conjunto de conductas sociales vinculadas a un único tema que pueden ser investigadas a través de la aplicación del método científico.

Por consiguiente, podemos afirmar que existe una ciencia de la seguridad que forma parte del amplio espectro de las ciencias sociales. Esta ciencia de la seguridad puede ser definida como el conjunto sistemático de proposiciones y generalizaciones basadas en el análisis riguroso de los hechos y fenómenos de la realidad que hacen a la protección de las personas, sus bienes y derechos.

CONCLUSIONES

A modo de conclusión enunciaremos las notas principales que hacen a la seguridad como actividad humana:

·         Se trata de una situación objetiva a alcanzar o mantener.

·         Implica proteger de los daños producidos por amenazas y factores de riesgo.

·         Tiene un componente psicosocial.

·         Esta condicionada por factores políticos, económicos, culturales y sociales.

·         Comprende la acción coordinada de los cuerpos de aplicación de la ley y las empresas privadas que actúan en el sector.

·         Existe una Ciencia de la Seguridad, con un objeto y método propio, que forma parte de las ciencias sociales.



[1]LA ROTTA, Luis Enrique: Consultor Didáctico Diccionario de Seguridad Metis. Ed. Sicurex, Instituto de Seguridad Metis. Colombia 2005, p. 563 a 564.
[2] PELACCHI, Adrián Juan: Tratado sobre a Seguridad Pública.Ed. Policial.Bs. As. 2000, p. 281
[3]LA ROTTA, Luis Enrique: Ob. Cit. p. 568
[4] LOZADA, Martín: Seguridad privada. Ed. Ábaco. Bs. As. 2000. P. 120 y 121.
[5] PSA: Misiones y funciones de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. En http://psa.gov.ar.html
[6]LA ROTTA, Luis Enrique: Ob. Cit. p. 572.
[7]LA ROTTA, Luis Enrique: Ob. Cit. p. 571-
[8]SIERRA BRAVO, Restituto: “Técnicas de investigación social. Teorías y ejercicios”. Ed. Paraninfo. Madrid 1999. P. 42.